El cartel anunciador de la Semana Santa de Málaga de 2024 es una creación del artista Ángel Sarmiento Burgos (Antequera, 1998). La obra, realizada en madera y terracota en su color (y con una dimensiones de 74 cm x 120 cm), supone una nueva interpretación del género, ya que por primera vez, en la capital, se proyecta una pieza en tres dimensiones para este encargo.
Cinco monaguillos en actitud picaresca atraen todas las miradas. La visual, teñida de sabor decimonónico, se eleva como una oda a la sencillez. La representación del gesto pícaro, la dirección de las miradas y el desparpajo de los aspavientos de los cinco infantes conforman un relieve realizado en terracota que se sustenta sobre un amplio soporte expositivo que da cuerpo y grafía a la totalidad del cartel.
En la zona inferior, jugando con la volumetría del soporte y teñida en color caldera, la obra grita “MÁLAGA” con los grafismos de un bloque tipográfico que se dibuja compacto, como si de un logotipo se tratase. Subrayando el magno título de la propia ciudad se puede leer “Semana Santa 2024”.
La sensación árida de las tierras usadas para pintar la carpintería, y lo traslúcido del relieve, potencian no sólo dicha dualidad cromática sino también el concepto táctil y espacial de la misma, efectos plásticos más propios de la escultura que de la pintura.
Son multitud las referencias que conectan la obra con el universo malagueño. Un claro ejemplo es la reducción de la paleta cromática a las fachadas de la Casa Consistorial, Ayuntamiento de la ciudad, cuya obra escultórica la firma Francisco Palma. A pesar de la contención estética de la obra, la visual evidencia referentes como Mariano Benlliure, en “Accidenti” (obra que lo llevó a la fama) o la famosa “Fuente de los niños” del mismo autor. Los relieves de la Cantoría de Donatello referencian el baluarte compositivo del conjunto.
La infancia es, desde el punto de vista narrativo, el lugar desde el cual el autor dialoga en el cartel, y alude a la particular línea de monaguillos que años ha protagonizaban los desfiles ante nuestros sagrados titulares.
Desde la blancura del alma nueva, se traza un discurso hacia el pasado devolviendo al espectador recuerdos de la niñez y otro homónimo hacia el futuro, exaltando el valor inexpugnable de una generación preparada, garantía de continuidad de nuestro legado. Todo esto envuelto en una escena pícara que hace de velo a la potencia del mensaje y que comunica desde la simpatía. Una obra que constituye un paso más en la reafirmación del lenguaje propio del autor y en la versatilidad que este posee de conectar la tradición y la modernidad.