Día triste hoy en las oficinas de Los Guindos, en la sede del Unicaja Baloncesto. Maticemos, triste y alegre a la vez, esos sentimientos contrapuestos que a veces sin saber por qué coinciden en la vida. Llega la jubilación de Manolo Rubia, una persona que, tras 35 años como miembro del Unicaja, emprende un más que merecido descanso. Un descanso que, los que conocemos a Manolo, seguro no será tal, ya que seguirá lleno de baloncesto. Un deporte que le ha dado todo y por el que él se ha desvivido cada segundo de su vida desde que empezó a lanzar un balón a una canasta en su Jimena de la Frontera natal. Siempre fue un adelantado a su tiempo, la curiosidad por las novedades desde muy pequeño le hicieron coger un camino en la vida que le han forjado como persona, siempre con el baloncesto como late motiv.
Su historia en el Unicaja comienza el año de su fundación, ya que Manolo Rubia formó parte de la primera plantilla del Caja de Ronda que se formó en la temporada 1977-78. Su querido y respetado Alfonso Queipo de Llano, que ya lo había entrenado varias temporadas en el Miraflores del Palo, contó con él para este proyecto. Pocos en la ciudad pensaban que ese Caja de Ronda llegaría a ser lo que es hoy en día, pero la historia del baloncesto malagueño cambió para siempre y uno de sus protagonistas ya fue Manolo.
Tras solo una temporada como jugador en el Caja de Ronda, Manolo continuó casi una década más jugando en Maristas o San Estanislao, pero su carácter afable, simpático, siempre dispuesto a ayudar, fue clave para que en la temporada 1988-89 recibiera de nuevo la llamada del Caja de Ronda. Convertido ya en un equipo de la élite del baloncesto nacional, el conjunto que dirigía Mario Pesquera necesitaba de un delegado, que hablase inglés y que estuviera dispuesto siempre a solucionar los problemas surgidos en torno a una plantilla. Ahí apareció de nuevo el nombre de Manolo en las mentes de Queipo de Llano y Martín Urbano, una llamada que fue definitiva para la vida de Rubia y del Unicaja.
Desde esa temporada a la actual, 34 años ininterrumpidos formando parte de la estructura del Unicaja. 22 años como delegado en los que se forjó el mito más deseado del baloncesto español, la agenda telefónica de Manolo Rubia. Se convirtió en un hombre de Club 24 horas al día, 365 días al año. Si había un problema, jugadores, técnicos o directivos sabían que llamando a Manolo el porcentaje de que se resolviese estaba muy cercano al 100%. Pocas veces la ayuda de Manolo no fue efectiva, no importaba la hora ni el lugar del mundo donde se necesitara contactar con alguien, que se conseguía gracias a la amabilidad y su habitual camaradería. Y así ha sido hasta el último día. «No hay que saber hacer las cosas, hay que tener el teléfono del que sabe hacerlas», era siempre su salida cuando resolvía un problema.
Su capacidad trascendió las fronteras malagueñas y lo hizo un hombre muy conocido en el baloncesto a nivel mundial. Algo que propició la llamada de la Selección Española cuando estaba al mando Javier Imbroda, que ya había disfrutado de la sapiencia de Manolo en su época del Unicaja. En el equipo nacional estuvo como delegado desde 2001 a a 2008, el inicio de la época dorada del baloncesto español que afortunadamente se sigue alargando ya 2 décadas después. En el museo personal de Manolo Rubia luce un bronce y dos platas de Europeos, una plata de los Juegos Olímpicos de 2008 y la medalla de oro de Campeón del mundo de 2006. Ahí es nada.
«Ayudar a la gente, si lo puedo hacer. Me sale del alma», expresión que habrá dicho Manolo Rubia infinidad de veces a lo largo de su vida. Jugadores y técnicos de todas las épocas, desde Joe Arlauckas o Mike Smith, pasando por Kenny Miller, Serguei Babkov, Mike Ansley, Boza Maljkovic, Sergio Scariolo, Pepe Sánchez, Nemanja Nedovic, Mindaugas Kuzminskas, Yannick Nzosa… Todos ellos llegaban a Málaga como unos profesionales del baloncesto que venían a realizar su trabajo y tras poco tiempo se convertían en amantes del Unicaja y de Málaga para el resto de sus vidas. Gran parte de la culpa de que esto sucediera la tenía Manolo Rubia y su familia. Porque si Manolo estaba disponible siempre para todos ellos, su esposa Carmina o sus hijas Lauri y Carmen, disfrutaban abriendo las puertas de su casa para ser la familia en Málaga de muchos de estos profesionales.
Rubia ha vivido el crecimiento y los éxitos del Unicaja en primera línea. Desde sus primeros años con Mario Pesquera en un Caja de Ronda, que puso una pica sureña en el baloncesto español, pasando por el mítico subcampeonato de 1995, aquel triple de Ansley…, el crecimiento con Maljkovic, el primer título del Unicaja al conquistar la Copa Korac o el salto definitivo con el trienio mágico del Unicaja, Copa, Liga y Final Four. Seguro que muchos de ellos no hubiesen sido posibles sin la presencia de Manolo Rubia, sin su ayuda. Porque, aunque desde fuera sea difícil de entender, para un deportista estar centrado para dar el máximo en la pista pasa por no tener distracciones o problemas fuera de ella. Y ahí una figura como Manolo era fundamental para que el jugador se sintiera tranquilo y feliz en Málaga.
Manolo, dio en el 2010 el salto a los despachos, como Director Deportivo y más tarde Director de Operaciones. La última década la ha gastado en viajar a lo largo del mundo en busca de jugadores, en fichajes que fueron importantes para el equipo, en conocer todo tipo de baloncesto, en estar atento a jóvenes canteranos que daban el salto a Estados Unidos para estudiar y jugar a baloncesto pero que tenían en mente volver al Unicaja… Y, por supuesto, en estar cerca de su equipo siempre dispuesto a echar una mano allí donde hiciera falta. De hecho, en su última etapa volvió a tomar posesión de la Dirección Deportiva por petición del Club.
Gran parte de la grandeza de este club y de los éxitos conseguidos es gracias a personas como Manolo Rubia, que vieron nacer al Caja de Ronda y que han vivido desde dentro el crecimiento del baloncesto en Málaga con las hazañas de nuestro equipo, de nuestro Unicaja. El tiempo pasa y es momento de dar un paso al lado, pero lo más importante es la impronta que tiene este Club gracias a gente de la talla de Manolo Rubia. Toda una vida por y para el baloncesto, con el Unicaja siempre por bandera, para el que siempre ha querido, quiere y querrá lo mejor. Sencillamente porque el Unicaja es una parte crucial de su vida y él de la del Unicaja.
Gracias Manolo. Disfruta de una merecida jubilación que seguro que estará llena de baloncesto, no puede ser de otra manera.