Indescriptible lo que se ha vivido en esta jornada matinal en el Carpena. Hacía mucho, mucho tiempo que no se respiraba un ambiente en el Palacio tan limpio, de gozo y disfrute total, además por el partidazo que se ha marcado el Unicaja frente a uno de los mejores equipos de Europa como es el Valencia Basket (102-86). ¿Cómo no se va a ilusionar uno después de días como hoy? Lógicamente atisbando esa Copa del Rey de Badalona, a la que la grada hacía ilusión después de completar la actuación más perfecta de la temporada. Un auténtico huracán.
Decimotercera victoria en la Liga Endesa, llamando a la puerta otra vez a los cuatro primeros, y otro paso adelante en cuanto al crecimiento del equipo malagueño. Quedaba pendiente ganar a un gallo en el Carpena, ya se ha conseguido. Este equipo se lleva los retos por delante. En cuanto al juego, muchas noticias positivas: de nuevo un equipo coral, cohesionado, que cuando se pone a jugar da la sensación de ser imparable, y con un Darío Brizuela al que le ha sentado de fábula la paternidad.
Empezaba el Unicaja más estable que en los últimos compromisos, sin permitir a los visitantes situaciones favorables, salvo un Kyle Alexander que hacía daño en la pintura, el único hombre de naranja que podía causar problemas ante las bajas de Rivero y Dubljevic. Los verdes mostraban solidez en ambos lados de la pista, con un gran Ejim, también Perry en la distribución; dos actores que están ganando regularidad en el conjunto malagueño. Defender, el estímulo para ver el aro con más facilidad. En una rotación algo condicionada por la baja de Barreiro de última hora, el Unicaja ya sumaba muchos jugadores que iban aportando. A diferencia del pasado miércoles, el banquillo mantenía el listón de energía, con buenos minutos de Sima y Will Thomas, autor de la última canasta de un primer cuarto dominado por los de Ibon Navarro (19-15).
Los malagueños disfrutaban sobre el parqué, acciones de calidad y un movimiento de balón más que fluido. Brizuela, con un triple, y una buena asistencia a Kalinoski a la esquina, aceleraría a un Unicaja que empezaba a crecer; sublime el donostiarra, nada egoísta y buscando conexiones con los jugadores de perímetro. Otro jugador con respecto a antaño. Reaccionaría el Valencia Basket, superado en estos minutos, imprimiéndole más velocidad al juego, y aprovechando las pérdidas de los verdes. Hacía daño James Webb III, un deseo del Unicaja en verano, para poner el 34-30, a cuatro minutos del descanso. Respondían los locales con un 5-0 de parcial, lo paraba Mumbrú; a partir de aquí un ciclón hasta el final de la primera mitad. Los mejores minutos a nivel de energía, todos los balones divididos caían para el mismo lado, además de encontrar inspiración en varios jugadores. 47-33 y un Carpena incendiado.
La máxima diferencia en el marcador, justo cuando los taronjas parecían haber encontrado la fórmula para plantar a un Unicaja que firmó una primera parte completísima, sobre todo regular, sin momentos de zozobra; hilado a un Palacio en ebullición, con ganas de más después de las últimas acciones del segundo cuarto. La grada, con 9.236 espectadores en la jornada matinal, despedía al equipo verde a grito de «Málaga, Málaga», con la mayoría de espectadores en pie.
Muy enchufado el Unicaja en el comienzo del tercer cuarto, pero empezaban a mostrarse de nuevo los valencianos. Emergían los destellos de Tyson Carter, el gran protagonista del ataque cajista, pero el partido estaba atrás. 56-46 aún para los locales en el ecuador. Dos triples de James Webb y otro de López Arostegui comprimían el marcador hasta el 56-52, en un minuto de relajación, se penaliza, más ante un equipo de Euroliga y enrachado como este Valencia Basket. El reto mayúsculo ahora de volver a dominar, ahí entraba el Carpena. En el intercambio de golpes, de nuevo apareció un Brizuela absolutamente encendido. Ocho puntos del vasco daban confianza a los malagueños antes de arrancar el último periodo (71-65). Se había aguantado esa minicrisis porque empezaba a relucir el potencial de Valencia.
Seguía eclosionando el campeón de Europa, con el peligro de que el ataque se convierta en dependencia. Había que enchufar sí o sí a otros actores. Tenía que aparecer la aportación de Djedovic, otro bastión que si encuentra su momento, es de los jugadores más fiables de esta plantilla. Necesitaba el conjunto cajista jugar minutos de inteligencia, cerebrales con el 83-71, y cinco minutos aún por jugar, un mundo. Los mismos protagonistas seguían con la mano caliente, ya terminando de darle la puntilla a un Valencia Basket superado, sin ideas para frenar el vendaval que se le venía encima (94-76). Entregaron la toalla los visitantes y seguía acrecentándose el ambiente festivo hasta el 102-86 final.