Con sangre, sudor y lágrimas, pero el Unicaja pudo conseguir esta noche su tercera victoria en la BCL (77-63), un paso de gigante para ser líder del grupo G. No de la forma más vistosa, porque no se consiguió encadenar varios minutos de lucidez, aunque lo más importante es que se supo sufrir ante un PAOK de Salónica muy digno en el Palacio. Los helenos fueron a remolque durante gran parte de los minutos, neutralizando cualquier ligera ventaja de los locales. El adversario más férreo en lo que llevamos de competición continental.
Un equipo campeón se va nutriendo de estas victorias donde el nivel fue justo; es quizás la lectura más positiva de un choque que no será recordado por la excelencia de los verdes. Estará satisfecho el Ibon Navarro por cómo su equipo supo ser camaleónico en el último cuarto, encontrando esas soluciones sin la inspiración en ataque. También hay puntos a destacar por supuesto, como esa tendencia a dejar el rival rondando los 60 puntos, o la magnífica actuación de Brizuela, en modo superhéroe y demostrando que tiene mucho que aportar en este Unicaja.
De nuevo el Unicaja marcando las diferencias con un nivel de intensidad alto en todas las parcelas de la pista. Incisivos y sin permitir al PAOK situaciones francas para anotar. En el ecuador del primer cuarto, se lesionaba de gravedad Darko-Kelly. Silencio sepulcral en el Carpena, que dedicó una gran ovación al lastimado escolta del PAOK. Un parón que no sentó bien a los malagueños después de un buen parcial de salida (10-3). Más espesos que de costumbre por culpa del listón físico que mantenían los helenos; un equipo a priori más rocoso que el Dijon u otros que pasarán por el Carpena. No obstante, ventaja mínima tras acabar los primeros diez minutos (19-16).
Los locales encontraban algo más de fluidez, lejos del ritmo relámpago del pasado domingo. Lo que se iba a repetir es el cabreo del Carpena con el trío arbitral, una costumbre. Esta noche con más razón que nunca: un tapón de Osetkowski limpio, que fue señalado con falta y tres tiros; más otra infracción pitada a Barreiro tras un contacto duro. Discutible. El gallego se llevó una técnica además por protestar, un jugador excesivamente educado. Producente porque dio al partido otra vida. Seguía mandando el Unicaja pese al carrusel de tiros libres, ventaja máxima que aumentó un Carter, ya sano, con un triple (30-21).
Cinco puntos de Hands en los últimos segundos comprimió el marcador al descanso (36-32). Veinte minutos difíciles de digerir, pocos ataques limpios, y en definitiva un partido que había que sacarlo adelante con oficio; de esos que vienen bien para aumentar la competitividad de este Unicaja. El trabajo defensivo otra vez excelente: solo dos asistencias del PAOK en la primera parte, y Riley, gran estrella de los de Salónica, pasando desapercibido en el Palacio: ‘solo’ 7 puntos en su haber, para un jugador que promediaba 22.
Ritmo más frenético en el tercer cuarto, con el crecimiento de Kravish y esa facilidad para facturar, al compás de un gran Brizuela esta noche. El donostiarra volvía a estirar a los verdes (45-36), mientras el pívot se cargaba de faltas y animaba a la reacción del PAOK, un equipo muy pegajoso y trabajado. Los visitantes fueron capaces de aguantar la inspiración de Brizuela, haciendo pupa por fuera: Riley, Polley y Franke; el trío que puso el 52-50 cuando los verdes volvían a amagar con romper el partido. Más vidas que un gato. Mínima ventaja (57-54), un cuarto que cerró Lima con un gran tapón y posterior canasta de Carter.
Al Unicaja se le apagó la luz en el último cuarto, pero pudo compensar las pocas acciones positivas en ataque con un extra más de energía en su canasta. 61-56 y aún cinco minutos por jugar, aprovechándose bien del bonus; que con un marcador corto y lo que costaba sumar puntos, valía su peso en oro. Alberto Díaz asumió galones, también Hands y meter el miedo en el cuerpo. Perry, con un gran mate, fabricado por la enésima gran defensa de los malagueños en un último cuarto excelso, dio algo más de tranquilidad con el 68-59, a falta de 2:34. Brizuela y Osetkowski dejaron al final un marcador abultado, para cómo había sido el partido (77-63).
El Unicaja mantiene la inercia y ve más cerca uno de los grandes objetivos del arranque de temporada. No con brillante, pero sí de forma pragmática. Y de nuevo los aficionados en el Carpena, los 4.341 de esta noche, se marcharon con buen sabor de boca a casa. Este equipo también sabe sufrir.