Muy cerca se quedó el Unicaja de imponerse en el Olimpic. Los verdes cayeron dignamente (74-65) ante un Joventut que fue más resolutivo en los últimos minutos de partido. Pudo pasar de todo, con alguna que otra decisión arbitral que terminó de chafar cualquier opción; aunque la realidad es que los catalanes supieron manejar mejor los momentos de tensión. No es consuelo decir que es un día para estar contento por la imagen. Hay que saber de dónde se viene. El Unicaja ha competido de tú a tú ante el cuarto clasificado de la temporada pasada. Derrota pero con brotes verdes.
Y eso que los de Ibon Navarro se vieron superados en el rebote (42-24). Prácticamente imposible, ante un rival parejo, poder ganar un partido de baloncesto con ese registro. Pero el Unicaja se sobrepuso en varios momentos, incluso tuvo a su rival contra las cuerdas entrado el segundo cuarto. Faltó acierto y saber estar; se irá construyendo con el paso de las semanas. Una derrota que deja un balance de 2-3, ahora con dos partidos en casa vitales (Betis y Granada) para sumar un balance positivo antes del parón.
Dos equipos con un listón físico altísimo de entrada. Ataques apurados la mayoría, donde los verdes no se sentían cómodos ante el enredo de los locales; además de una clara diferencia en el rebote. Un primer cuarto espeso por parte del Unicaja, superado por el desacierto y el contraste bajo los aros (16-7). Cortocircuitado, salvo un triple de Carter y una acción de Lima; no anotaron más tiros los verdes. Alberto Díaz se llevaba un golpe justo en esa nariz fracturada. Quedó en un susto. Otro añadido a un mal comienzo de partido en el Olímpico.
Otra cara del Unicaja en el segundo cuarto, con el capitán y Brizuela dando un paso al frente; aunque sin acompañantes en ataque, y aún sin la contundencia en el rebote (20-6 en el ecuador), el gran causante para que el Joventut se marchara en el marcador (26-13). Acierto nulo y eso que los malagueños creaban buenas situaciones. Quedaban en nada. Fundamental Kalinoski hasta el descanso, el único jugador verde inspirado: ocho puntos para dar aire. 32-25 y el conjunto malagueño llegaba con mucha vida. Casi milagroso con las estadísticas en la mano: 49-21 en valoración; 24-10 en el rebote y un 30% en tiros de campo, con un bajísimo porcentaje en triples (3/18).
Tímido paso al frente a partir de errores groseros de los locales y el aumento del acierto, por obligación. El Unicaja veía con más claridad el aro aunque no terminaba de generar dudas a los de Carles Duran; una distancia que rozaba los diez puntos (45-36, min. 27). Un parcial de 0-10, excelso Tyson Carter, colocaba a los verdes por delante. Encadenando varias acciones postivas seguidas, algo inaudito hasta ahora (45-46). Contestaba la Penya antes de llegar al último cuarto (49-46).
La reacción de los malagueños también lleva la firma de Alberto Díaz, junto a Carter los mejores en este momento del choque; crítico para el Joventut mientras los visitantes iban a más. Empieza a ser costumbre en este Unicaja. 58-58, a falta cinco para el final. Qué final se avecinaba. Los verdes tenían que competir también ante un arbitraje casero: dos antideportivas pitadas a Kalinoski y Perry, algo discutible la del base, pero que no se vio así minutos antes en una acción sobre Alberto. Al límite y donde un par de acciones positivas iban a decantar el partido. Feliz y Tomic terminaron de condenar al Unicaja (74-65).