Con la tensión de un desempate resuelto en el segundo hoyo, y ante Jon Rahm, el golfista al que año pasado fue a ver ganar el Masters de Augusta, Ángel Hidalgo, malagueño de 26 años, se coronó campeón del Acciona Open de España, el primer éxito de su carrera profesional. Jugando a lo Seve, sin coger muchas calles, quizás porque su mánager es Javier el hijo del malogrado genio, fue a ganar donde en 1995 lo hizo por última vez Ballesteros. Lideró el torneo de principio a fin y es el primer jugador que bate en un playoff a la estrella de Barrika. Se echó las manos a la cara y se abrazó emocionado a su caddie mientras García Heredia y Larrazábal lo bañaban en champán. Luego se fundió en un abrazo con su madre, a la que llama cada día desde el tee antes de salir.
La pelea de la jornada final empezó a todo trapo. Rahm y Puig hicieron birdie en el primero y David repitió en el segundo. Hidalgo, mientras, fallaba un putt de un metro para par y parecía condenado. Pero el malagueño se revolvió y desde el bunker de la calle del 2, la puso a un metro de la bandera y reparó el error inicial para mantener la cabeza y proclamar al gentío que seguía el partido que iba a morir matando.
El día invitaba al paseo. Y a jugar bien al golf. Sin viento, con el sol calentando, aunque los bogeys no perdonan a nadie. Le cayeron dos seguidos a Hidalgo y sendas corbatas a Jon Rahm, en el doloroso par 5 del 7, y a Puig justo en el momento que más distancia había abierto con Jon, a cuatro golpes. Reaccionó Hidalgo que enchufó dos birdies seguidos con un hierro bellísimo con backspin en el 8 y un putt de 4 metros en el 9. Pero, sobre todo, lo hizo Jon.
Su grandeza es su cabeza. Ya puede coleccionar errores que mientras existan tramos él siempre ve opciones. Al bogey y a esa distancia con el líder, le sucedieron tres tiros a menos de dos metros de la bandera. Pim, pam, pum. Birdie al 8, al 9 y al 10. Resultado: los tres empatados a falta de ocho hoyos.
En este punto, la jornada hablaba bien de los dos meritorios. Puig es un golfista confirmado. Con 22 años aspiraba a convertirse en el segundo jugador más joven en ganar el torneo desde que nació el European Tour, apenas unos días menos que la marca que puso en 2002 Sergio García, su capitán en los Fireballs del LIV Golf. Es el español que más ha crecido en este curso, sobre todo por la determinación que ha mostrado para competir todo lo que podía en busca de la plaza olímpica.
Hidalgo, a su vez, es un golfista de magia. Su velocidad de palo contrarresta su estatura, 1,70, con un overswing muy acentuado. Nunca se había visto en una batalla de esta altura y había sabido renacer después de estar hundido y con más público que el que ha podido sumar durante toda la temporada salvo en el Open Británico, su estreno en los grandes el último verano. Sabedor de la trascendencia de lo que había en juego, celebró cada putt como un gol en el Bernabéu. El nombre de los españoles que le precedieron -Seve, Sergio, Quirós, Cabrera, Jiménez y Rahm- esboza el talento del malagueño.
Por delante estaban los tres hoyos más difíciles del campo (12, 16 y 17). Quien jugase en dos bajo par lo que quedaba tenía la victoria en el bolsillo. Antes de eso, en el 11 (par 3), Puig dio el peor golpe del día y se fue tras una tribuna. Aún dropando sin penalidad, le cayó un bogey. En cuatro hoyos había cedido cinco golpes con Rahm. Por detrás, además, amenazaba el sueco Fahrbring, el número 762 del ránking mundial, que se situó unos minutos en 12 bajo par junto al catalán. Fue un fogonazo solo para recordar que esto no era un torneo nacional.