El Málaga club de fútbol es un hogar con un entorno apacible, tan desesperado y anhelante de buenas noticias que cualquier atisbo de positividad es celebrado como el triunfo más ilusionante. Domiciliado en una ciudad hermosa, cosmopolita y acogedora, con un clima paradisíaco y un ritmo de vida que huye del frenesí de las grandes capitales. Un lugar especial e inigualable, ideal para acabar la carrera, relanzarla o dar los primeros pasos. Lástima que sólo los de fuera sepan apreciarlo.
Estas primeras jornadas nos demuestran que hay mimbres para soñar. La estructura deportiva se encuentra liderada por los mejores profesionales que han pasado por aquí en los últimos años. La sabia nueva que antes se utilizaba para complementar la plantilla ahora aporta una solidez necesaria para consolidar los cimientos del proyecto que se aspira a construir.
Por otro lado, las nuevas incorporaciones que vienen con un hambre que hacía tiempo que no veíamos aquí. Una ambición parecida a la que puede llegar a sentir cualquier aficionado al que le duela el club como algo suyo y que establece una sinergia que alimenta y reconstruye la comunión equipo-afición tan necesaria para alcanzar los objetivos.
Y es que si en algo destaca esta plantilla, muy por encima de lo ocurrido en otras épocas, es la ambición en esas ganas de estar aquí, sin el anhelo de poder estar en otro lugar mejor, como si el Málaga fuera la tabla de salvación donde aferrarse antes de que su carrera se fuera a pique.
El tren del fútbol profesional es corto y pasa rápido, no todos aprenden a subirse y mucho menos son capaces de mantenerse. Para muchos de los jugadores el paso por el club de Martiricos será un paso más. Para otros será un salto cualitativo donde relanzar su carrera o un lugar ideal donde dar sus últimos toques de balón. Pero si hay algo en lo que todos coinciden es que es el club «donde todos quieren estar». Y ese sentimiento de pertenencia será la base desde la que se cimentarán todos los éxitos que, sin duda, se alcanzarán si se sigue trabajando en esta línea.
Enhorabuena por tu artículo Miguel Ángel, breve pero intenso. A veces, con pocas palabras se puede decir mucho. Un auténtico derroche de psicología, sensibilidad, esperanza, positivismo y malaguismo que, a «un boquerón en Aragón» como yo, ha llegado incluso a emocionar. Porque el Málaga, nuestro Málaga, es puro sentimiento. Gracias.