Una derrota con dos lecturas

La derrota del Málaga tiene una doble lectura. Está el bando que piensa que el equipo dio la cara y fue mejor que su rival. Por otro lado, el que piensa que el Málaga nunca podría haber perdido un partido que jugó con un hombre más toda la segunda mitad. El malaguismo se divide entre los que se han levantado hoy optimistas pese a la derrota y los que han despertado con un bajón que ya no les hace mirar al futuro con tanta ilusión. Lo cierto es que los dos grupos tienen sus motivos y razones para pensar eso. También lo es que en la escala del negro al blanco hay grises, y ahí es donde se mueve de momento este Málaga.

Contra el Almería, los blanquiazules dominaron muchos aspectos del juego. Las ocasiones, la posesión, el fútbol de toque, la presión y los movimientos eran mejores por parte del Málaga. Otros aspectos que no eran del juego propiamente también fueron dominados por los malaguistas que estuvieron mejor en cuanto a la intensidad y la ilusión. Los optimistas se pueden agarrar a que el Málaga salió sin complejos a jugar contra un favorito al ascenso. Y durante ochenta de los noventa minutos del partido, lo consiguieron.

La otra parte se fue a la cama enfadada por la derrota. El Málaga se desconectó durante diez minutos, tiempo que el Almería aprovechó para reventar el partido. Muchos malaguistas vieron carencias suficientes como para no estar de acuerdo con la primera parte. El error de Dani Barrio ha levantado dudas en la portería, Jairo y Antoñín no terminan de arrancar… Y luego está lo de jugar con uno más. Cuando más se frotaban las manos en Martiricos llegó el varapalo. La expulsión de Iván Martos no valió de nada. Y eso que el Málaga había quitado a Kevin, el mejor en la primera parte, para evitar quedarse con uno menos. La derrota del Málaga tuvo una doble lectura. La de los que ven el vaso medio lleno y los que lo ven medio vacío.