El viernes empieza la hora de la verdad. Tres meses después, el balón volverá a rodar en La Rosaleda. Y lo hará sin público en un ambiente de lo más extraño posible para el escenario que se le plantea al Málaga. Eso sí, aunque el contexto sea distinto, el rival es el mismo. Y no es otro que el cuarto clasificado, el Huesca.
Los oscenses, -probablemente el único grande que ‘bailó‘ a los blanquiazules en la ida- llegarán a la Costa del Sol con la oportunidad de aproximarse a la cabeza de la tabla. A priori, son los favoritos, pero solo a priori. El Huesca, a pesar de ser un gigante, también es vulgar y débil. Así lo hace cuando viaja lejos de El Alcoraz. Sus números hablan por sí solos.
De los 15 partidos disputados lejos de casa, solo fueron capaces de ganar en tres ocasiones y de empatar en otras tres. Esto hace un total de 12 puntos. El Málaga, para hacer un símil, lleva 16 puntos a domicilio. Y es que el conjunto donde milita Okazaki es el segundo peor equipo como visitante. Un argumento que le da más vida si cabe a los de Pellicer porque este gigante también es débil.