Es el ejemplo de cómo puede cambiar la vida de la noche a la mañana. Ha pasado de ser el goleador del juvenil División de Honor a convertirse en el delantero que aclama la afición blanquiazul para suplir las bajas de Sekou Gassama y Pablo Chavarría. Y no por amor al arte, sino porque el cordobés responde con creces cuando José Alberto le introduce en el terreno de juego. Por ello parece que, para el Girona, Roberto es la solución.
La primera razón es sencilla: el Málaga mejora su juego con un ‘9’ puro y el ’39’ lo es. Fija los centrales, se asocia con sus compañeros de espaldas a portería y, por supuesto, no se corta a la hora de probar suerte. Tal es su capacidad rematadora que el canterano boquerón acumula hasta siete disparos y el gol de Ibiza en 140 minutos de 360 posibles. Y la segunda, más todavía: el fútbol es un completo estado de ánimo y su moral anda por las nubes. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo?
De hecho, en Almería ingresó llegando al 70′ de partido por Paulino e hizo lo que mejor sabe hacer: presión ilimitada, sacrificio en cada balón… y pudo marcar el 2-1 con la zurda al pase de Jairo Samperio, pero Fernando fue la muralla indálica. Antoñín no termina de convencer como máxima referencia y Roberto mataría por salir de la partida el domingo, así que el míster podría barajar la opción de que el andaluz sea la solución.
