Un órgano no funciona sin oxígeno. Esto se puede aplicar como metáfora al cuadro de Sergio Pellicer. Tanto uno de los capitanes del barco blanquiazul como la joya a pulir de la cantera demostraron en El Toralín el potencial que pueden alcanzar ambos formando la sala de máquinas en el conjunto de Martiricos. La creación del juego malaguista empieza a respirar. Luis Muñoz y Ramón, los pulmones del Málaga.
Una realidad que la demuestran las estadísticas. Comenzando por el ‘fichaje’ del verano, las llaves del centro del campo están a su nombre. Con una media de casi 44 toques por partido, Luis Muñoz promedia unos números de pase bastante acertados: 81% por choque, 91% en campo propio y 70% desde el círculo central hacia adelante. Y una tendencia que se ha visto a lo largo de los últimos compromisos con frecuencia es cómo adelanta el ‘8’ su posición para dar cobertura a la salida de balón.
Un movimiento táctico hecho para darle galones a Ramón Enríquez, el foco de luz en la oscuridad. El ‘doctor mediocentro’. Recupera balones, se asocia con sus compañeros y abre los bronquios del Málaga. Si las cifras de Luis Muñoz son buenas, las del ’30’ hablan por sí solas: promedia los mismos toques exactos por partido que su socio (43,7), pero cuenta con un 86% de acierto en los pases durante todo el encuentro -93% en campo propio y 76% en el del rival-. Él por la izquierda, el ‘8’ por la parcela diestra de la medular. Dos salvoconductos, dos vías limpias por las que el Málaga respira aliviado.
No obstante, el debate abierto en el respetado blanquiazul es la compatibilidad entre ambos. A pesar de la última táctica de Luis Muñoz en adelantar su posición, hay momentos en los que el ‘8’ se queda encorsetado en tareas defensivas. ¿Se estorban el uno y el otro? Una pregunta cuya respuesta la tienen los próximos compromisos del Málaga. Sin ir más lejos, el del sábado en La Rosaleda frente al Leganés.
