Malagueños y ovetenses se miden este lunes en el Carlos Tartiere después de que se vieran por última vez en enero, en la Copa del Rey y en Liga. Aquel encuentro copero finalizó con gol en la prórroga de Chavarría. El de Liga, 1-1. Ahora se vuelven a encontrar con el Oviedo buscando sellar la permanencia que ya tiene en el bolsillo un Málaga con el que tiene, y tendrá, muchos lazos en común.
Francesc Arnau es el director deportivo de los carbayones, como en su día lo fue de los boquerones. Y antes ejerció de mano derecha de Casanova en la Academia. De aquellos niños hoy se nutre el primer equipo blanquiazul. Son los Ramón Enríquez, Ismael Casas, Cristo, Juande, Larrubia o Hicham. Un extraordinario legado que dejó aquel binomio responsable de la cantera malaguista.
Por no hablar de los que ya no están, salvadores no tanto a nivel deportivo como económico con sus ventas. Ontiveros, En-Nesyri o Mula son algunos de los últimos ejemplos de cómo aquellos chavales se convirtieron en enormes activos que garantizaron la viabilidad del club.
Pero no es sólo Arnau quien tiene nexos en las dos escuadras. En su equipo se encuentra Blanco Leschuk, muy recordado por La Rosaleda. 5 goles ha metido el argentino en sus 30 partidos ligueros esta campaña. Y en el futuro parece que se unirán jóvenes valores como Juan Cruz, Jesús Hoyos o Mario da Costa. También intentó este verano, sin éxito, incorporar a Luis Muñoz. Incluso tanteó el fichaje de Alberto Escassi.
Enfrente también hay casos similares. Como Dani Barrio, natural de Gijón pero que disputó dos temporadas con los ovetenses. O David Lombán, avilesino que antes de marcharse al Valencia formó parte de su cantera.
Rebuscando en el pasado, también hay otros jugadores que alimentaron esos lazos entre el Oviedo y el Málaga vistiendo ambas camisetas. Casos, por ejemplo, de Dely Valdés, Rafa y los aún activos Jon Erice, Adrián López y Koné.
