Noche mágica para cualquier malaguista. Da igual si ayer tenías 60 años que si eras un adolescente. El niño chico que todos tenemos dentro afloró con cada pase de Sandro y Movilla, con cada regate de Gerardo y Musampa, con cada parada de Rafa y Willy Caballero, con cada grito en defensa de Bravo y Weligton, con las galopadas de Roteta y Jesús Gámez, los platanitos de Duda y, por supuesto, con los goles de Catanha y Salva Ballesta. No se puede entender, es algo inexplicable lo que uno siente cuando ve a tanto ídolo de la niñez juntos. Dos a dos, remontada y varios momentos que el ojo malaguista no vio en una Rosaleda que congregó a más de 8.000 personas. Pocas, para lo que era.
Nadie vio que Van Nistelrooy tenía pensado salir a jugar cinco minutos porque está lesionado. El holandés se salió a que le pusieran un vendaje, momento en el que el Málaga jugó con 12 por cierto, y acabó el partido. Van Nistelrooy estaba disfrutando tanto que ni su físico le preocupó.
La Rosaleda no vio a Fernando Sanz decir en la banda con el 0-2 que esto se iba a remontar sí o sí. Ni a Juanito desde el banquillo con alma de entrenador intentando recolocar a la defensa con un Diego Tristán y Diego Capel en plan cracks en los primeros minutos. El estadio quizás no apreció el homenaje canónico de todos los porteros a la figura de Francesc Arnau, el detalle más bonito de la noche sin duda.
Martiricos no vio los ojos brillantes de Willy Caballero, que confesaba en directo que se acababa de quitar una espina con esa parada en el minuto 93 que no le dejaron hacer en Dortmund. Tampoco vio como Mikel Roteta se hizo más selfies en una tarde que en toda su vida. La Rosaleda no vio las ansias de Salva Ballesta celebrando el empate con su saludo militar, era la misma cara de aquel chaval que le metía tres al Barça en aquella noche lluviosa de 2003.
Tampoco se vio la emoción con la que Basti besó el escudo en su sustitución o el esfuerzo de Rufete para estar con su gente, que apenas sí podía moverse bien por unas molestias. Pero lo que sobre todo no vio mucha gente fue el final del partido. Esos 25 jugadores estaban tan emocionados o más que tú, querido lector / oyente. Cada foto, cada sonrisa, cada caricia al alma que recibieron quedará para la historia de un 24 de mayo que ya será inolvidable para todos los que vivieron el partido. Dos a dos, remontada y varios momentos que el ojo malaguista no vio en una Rosaleda que fue de nuevo mágica.
Y además le dieron una lección de comportamiento con la afición a todos estos jugadores actuales agradeciendo el apoyo y asistencia a todos los malaguistas, dando la vuelta al campo. No solo a la grada de animación como hacen estos.
Como digo una lección de señorío. Claro de eso no entienden estos de ahora.
Por ahí también se vio a malaguistas más antiguos, Conejo….
El mismo sentimiento que los que nos mandaron a 1 reff el año pasado..por cierto muchos de estos jugadores con más años nos hubieran metido en los play off de ascenso a 1 división y no nos hubieran bajado como hicieron esos makina….bajas y hoy algunos hasta vacilando con subir a primera como algo junior con el Racing ,ahora se lesiona menos.