De todo es sabido el objetivo real del Málaga esta temporada. Mantener la categoría, con todo lo acontecido extradeportivamente y que en tantas ocasiones desvío la mirada del césped a lo referente con Al-Thani, Shaheen y la gestión del club. Siete meses más tarde, por fin se ha conseguido, al menos, hablar «únicamente de fútbol» , como así afirmarse Pellicer en ruedas de prensa anteriores.
Con la entrada de José María, el despido del director general americano y el bloqueo al Consejo de Administración, sumado a la ratificación del técnico castellonense al frente del banquillo, el Málaga ha transmitido un cambio positivo, sobre todo dentro del terreno de juego. Las victorias obtenidas no sólo han servido para alejarse del descenso y abrir una brecha con los perseguidores, sino que los conceptos adquiridos por los jugadores de Pellicer y la atractiva manera de encarar los encuentros tranquilizan a la hinchada, consciente de que en este camino el objetivo se cumpliría sin excesivos problemas.
Y no sólo eso, sino que quieren más. Alcanzar los Playoffs no es una utopía para este equipo, que gane, empate o pierda siempre compite de tú a tú, como si de un boxeador aguerrido se tratase. Esa confianza que resplandece desde el vestuario invita a soñar en cotas más altas, en lo que un día se tuvo al alcance y hasta hace apenas dos semanas parecía una locura. Cuerpo técnico y jugadores aún no piensan en Primera División, pero de seguir así hay licencia para creer en que se puede. La próxima jornada, clave para saber si sólo es un sueño o si finalmente se convierte en una realidad.