El Málaga se ha encontrado con un lienzo en blanco durante los días iniciales de pretemporada. La victoria sobre el Vélez en el debut deja algunos destellos cromáticos de lo que el preparador de Oviedo quiere reflejar en Martiricos. Además del guiño con el amaranto, la intención táctica es clara dejando desde el primer momento su esquema al óleo. Estas son las primeras pinceladas de José Alberto al frente de la nave boquerona.
La pizarra es precisamente la gran clave que deja el amistoso inaugural sobre el verde artificial del Vivar Téllez. El míster pretende abonarse al 4-2-3-1. Laterales profundos, un pivote que baje a la creación del juego y extremos muy activos tanto con balón como en dominio de espacios, además de un delantero intenso al iniciar la presión. El papel de Escassi, la participación de Larrubia y Jairo y el desparpajo de Haitam fueron algunos resultados en la rueda de colores, aunque momentáneos. No se pueden sacar conclusiones con solo 90 minutos de rodaje contra un rival de Segunda RFEF y con la plantilla sin completar.
El otro elemento a destacar es más una cuestión de actitud en la figura del máximo responsable del vestuario blanquiazul. La sensación del Vélez-Málaga viendo al técnico asturiano no era la del amistoso que cortaba la cinta. Mirada seria, constante en las indicaciones y con la intención de mantener al vestuario unido y motivado. De hecho, los 26 futbolistas que fueron citados para viajar a la Axarquía tuvieron minutos. Desde el primero hasta el último. El factor humano también cuenta y así lo demuestran las primeras pinceladas de José Alberto en el lienzo malaguista.
