Llegaba La Rosaleda a la cita con el cartel de invicto. Los cuatro anteriores rivales se fueron de la Costa del Sol sin la felicidad de los tres puntos. De hecho, desde el pasado mes de junio, ya en la temporada anterior, no se llevaba un enemigo el botín más premiado. Invitaba al menos al respeto y prudencia para el Espanyol los números en Martiricos.
Pero este rival no entiende de miedos, sino de subir a Primera lo antes posible. Solo 40 segundos tardó en avisar lo que pasaría en la Bombonera. Una premonición de lo que iba a ser un baño futbolístico durante los 90 minutos de juego. En el 7′, Embarba y el Espanyol pusieron cuesta arriba un partido con dueño desde el inicio. A pesar de competir la primera mitad, dos estocadas en la segunda hundieron a los de Pellicer.
Era previsible en la previa que un terremoto pasaría por Málaga. Un terremoto en forma de equipo que de la virulencia se llevó el cartel de invicto que colgaba reluciente La Rosaleda. Diez jornadas de imbatibilidad bastaron para certificar al estadio malaguista como una olla presión para los rivales. Pese a la derrota, La Rosaleda seguirá imponiendo para todo aquel que la visite.
