Es un partido especial para el técnico ovetense del Málaga CF. Vuelve a casa 21 meses después. Vuelve al sitio donde comenzó todo y al que le encantaría regresar en el futuro. Retorna al origen. A un lugar que antes fue su campo de batalla y ahora acude como enemigo, pero vestido de aliado. José Alberto, un caballo de Troya en el Molinón.
Es un encuentro con alta carga simbólica para buena parte de la plantilla blanquiazul. No solo José Alberto regresa al Molinón. Lo hacen Dani Martín y Dani Barrio. Los dos guardametas, asturianos, gijoneses y que en distintas etapas de su carrera han vestido la camiseta de la cantera de Mareo. Incluso Dani Martín algo más. Precisamente con el entrenador asturiano creció deportivamente. Llegó al filial y defendió la meta del primer equipo. De allí salió traspasado al Real Betis por cuatro millones de euros.
Dani Barrio puede tener la espinita de no debutar con el Sporting de Gijón. Al igual que su tocayo se formó en las categorías inferiores de Mareo y tuvo minutos con el filial. Años más tarde se fue al eterno enemigo: el Real Oviedo.
Con Peybernes también hay guiño emotivo. El galo defendió los colores rojiblancos durante una temporada, un año a préstamo por parte del Lorient. En aquella temporada 18/19 coincidió con José Alberto en el banquillo.
Bajo ese manto de hijo pródigo, del eterno cariño y del verdadero sentimiento por el club de Mareo, el entrenador blanquiazul se cuela en la ciudad fortificada de Gijón. José Alberto es un particular caballo de Troya en el Molinón.
El Málaga debe mejorar los resultados como visitante y tiene que conquistar una plaza difícil. Nadie ha salido con vida de allí. El objetivo es claro, lograr la primera victoria a domicilio y espantar los fantasmas que generó el zarandeo en Ponferrada.
