Sin dinero, el ingenio del Málaga para atraer talento es el de vender la idea de ser un club trampolín. El lugar ideal para que los futbolistas relancen sus carreras. Y los hechos así lo demuestran. Promesas que necesitan minutos como profesionales para confirmar su progresión, como ocurrió con el ahora internacional Pau Torres. O los que, en la recta final de sus carreras, quieren prolongarlas. O quienes, estando en plena madurez, llevan tiempo alejados del nivel que un día les hizo disfrutar en la élite. Como Jairo.
Hay muchos ejemplos de todo esto en el actual Málaga. Joaquín, Jozabed, Rahmani, Mejías, Matos, Chavarría… El último en unirse a este club ha sido Jairo Samperio. El cántabro saboreó casi dos meses después ante el Tenerife la titularidad. Y la abrazó con fuerza siendo de los más destacados y regalando una asistencia de gol a Luis Muñoz.
Todo apunta a que este sábado frente al Cartagena, gracias a ese buen hacer, repetirá. Joaquín, con alguna molestia física y sancionado para esta jornada, parecía indiscutible hasta ahora.
La irrupción de Jairo puede ser la enésima resurrección de un jugador que apuntaba maneras de crack a los 20 años. Por entonces era internacional sub21 y el Sevilla pagó 3 millones de euros al Racing. Ahora, tras un largo período de lesiones y falta de confianza, vuelve a sentirse futbolista utilizando ese trampolín del Málaga, entidad con la que firmó hasta junio de 2022.
Los números, de momento, no han sido especialmente buenos para él. Apenas 8 titularidades en Liga en 21 partidos y ningún encuentro completo. Pero viendo la tendencia y la meritocracia que aplica Pellicer en los suyos, todo esto puede cambiar en breve. Es la hora de Jairo.
