El descenso a Primera RFEF cerraba y abría muchas puertas a principios del presente curso. El Málaga CF ingresaba de forma bastante dura en la categoría de bronce y la capital de la Costa del Sol comenzaba a inundarse de dudas. La primera y principal era con qué apoyo iba a contar el conjunto de Martiricos. Sin duda, lejos de desengancharse del equipo, el malaguismo ha demostrado estar más enchufado que nunca y las cifras de asistencia retan al apoyo que tuvo el Málaga de Pellegrini durante aquella campaña Champions. Este malaguismo reta a aquel de Champions y le gana teniendo en cuenta las circustancias.
La afición blanquiazul está demostrando ser una de las más fieles del país, en, probablemente, el momento más duro de la historia del club. En su primer año en Primera RFEF, La Rosaleda promedia unos 22.057 espectadores, hasta ahora. Una cifra que solo supera el RC Deportivo de La Coruña y Riazor por muy poco, con una media de 20.864 aficionados.
Cualquiera diría que son datos de un equipo de la tercera categoría nacional. Y es que, para destacar la dimensión de esto, este malaguismo está muy cerca de igualar el promedio de asistentes del curso 2012/2013 en UEFA Champions League. Esa Rosaleda acabó la temporada con una media de 25.431 espectadores.
A nivel deportivo y de espectáculo, la diferencia entre jugar la máxima competición continental y la liga de bronce, es abismal. Sin embargo, la grada no está mostrando esa desemejanza, dando dotes de uno de los malaguismos más puros que se recuerdan. De hecho, en cinco temporadas consecutivas en Segunda División desde el descenso en la temporada 2017/18, jamás se alcanzaron estos registros (cociente máximo de 18.509).
La afición sabía de la importancia de animar al equipo en las buenas y soñar en aquellas noches europeas. Pero, también conoce la relevancia de sacar al equipo del barro y mostrar ese amor incondicional en las buenas, y en las malas. Es por eso que, este malaguismo reta al de Champions.
