La jornada 35 va tocando a su fin y el empate en Lugo no parece tan malo. Es la triste nueva realidad del Málaga que sabe ya con certeza que peleará por no bajar a Segunda B. Los de Pellicer acumulan cinco jornadas sin ganar pero el empate en el Anxo Carro le sirve para tener un colchón de tres puntos con respecto a los puestos de descenso. Y es que se ha colado en la fiesta del infierno un invitado que no contaba a priori. El desplome del Numancia anima al Málaga. Los sorianos han arrancado con cuatro derrotas la vuelta a la competición.
Un bache que ha permitido al Málaga obtener con sus empates contra Tenerife, Extremadura y los gallegos una distancia pequeña. El cuadro rojillo no ha conseguido puntuar pese a rozarlo en dos de sus derrotas. La que le hizo más daño fue contra el líder, el Cádiz. Los andaluces vencieron en los últimos minutos pese a jugar con diez futbolistas. Un varapalo del que el Numancia no se ha despertado. No ha vuelto a hacer gol. Esta jornada perdió con el Girona, que no había ganado aún. Se suman los malos resultados acumulados antes de la crisis del coronavirus.
Un desplome de meses
Los de Luis Carrión no ganan desde el mes de enero. Un desplome, el del Numancia, que anima al Málaga y a todos los que aspiran a quedarse en la categoría de plata. Con el Racing desahuciado, pese al punto que consiguió ante la Ponferradina, y el Extremadura muy tocado, con otra derrota, el cerco se estrecha. Si el Numancia no reacciona, ahora juega con rivales directos –Oviedo y Lugo– puede ser el tercer sentenciado a descender a Segunda B. Un descenso, que en el caso del Málaga puede significar una auténtica catástrofe para la entidad boquerona.