No solo son mandamientos. Aunque la temporada no haya cumplido las expectativas, el Málaga se enfrentará al decálogo de la dignidad de aquí al final. Diez jornadas restan para cruzar la línea de meta 21/22 y los de Natxo González tendrán que certificar a última hora la permanencia un curso más en la categoría de plata del fútbol español. El calendario no invita al optimismo y el nivel de la nave blanquiazul menos, pero hay mucho más en juego que una simple cuestión clasificatoria.
Cinco en La Rosaleda –Huesca, Valladolid, Eibar, Oviedo y Burgos-, los mismos lejos de casa –Girona, Leganés, Las Palmas, Tenerife y Lugo-. ¿Y por qué no hay buenas sensaciones con las citas pendientes? Porque el Málaga ya se ha enfrentado a todos los rivales que tiene por debajo en la tabla y cuatro de ellos están entre los seis primeros. Es más, sobre la teoría interpretas que el sufrimiento fuera de Martiricos seguirá más vigente de lo normal, aunque de aquí a la práctica es impredecible.
Más allá de lo ajeno hay que mirar el ombligo propio. La sequía goleadora está dejando sentenciado el asunto y no se puede continuar en dicha tendencia. Desde la llegada del vasco se han visto matices de mejoría colectiva, sorpresas en forma de cantera –Andrés Caro– y pasos adelante individualmente hablando –Aleix Febas-, pero no basta. La vida de un escudo, un sentimiento y una religión está en alarma, por lo que el Málaga tendrá que superar el decálogo de la dignidad sí o sí.