El equilibrio con Pablo Guede es una realidad en el Málaga y es más, Dani Martín ya no es coincidencia. El del Leganés fue el segundo partido consecutivo en el que el guardameta asturiano salvó los muebles en el momento más oportuno. Su mano salvadora con el 0-1 a favor impidió el echarle pepinos a la tortilla y quizás fue el punto de inflexión del choque, que acabó con dos goles más en el luminoso visitante de Butarque.
Prácticamente con la euforia intacta por el penalti marcado de Álvaro Vadillo, los madrileños corrieron al contragolpe y Cissé sirvió desde la derecha un centro térmico directo a la cabeza de José Arnaiz. El ’10’ local remató picado a la red, pero el ’13’ sacó la manopla a pasear en un ejercicio de reacción y reflejos felinos sobresaliente. Esa fue la única intervención ante el escaso peligro real que propuso el conjunto de Mehdi Nafti.
La confianza es clave bajo palos y el hecho de que el míster tuviese claro desde el primer momento quién iba a ser su portero ha marcado diferencias en estas dos jornadas. Además, el esfuerzo se vio recompensado con una imbatibilidad que no se conseguía desde el pasado 12 de marzo, cuando el empate gafas reinó contra la Ponferradina en La Rosaleda. Dani Martín ya no es una coincidencia y el hombre de la gorra que ve a su equipo en cuclillas lo sabe.
