El Málaga tira otra jornada más (1-1)

El Málaga CF se vuelve a estrellar con la pared de casi siempre. Los blanquiazules suman un punto que deja la permanencia a más de un partido y con la sensación desagradable de lo bien que arrancó la tarde, con un buen gol de Lago Junior, y el soñar con un triunfo de prestigio ante uno de los mejores equipos de la categoría; pero el equipo volvió a quedarse a medio camino en una segunda parte que pudo pasar de todo. El conjunto blanquiazul se sintió superior a un Burgos lejos de su versión pragmática de esta temporada, fino en las áreas, algo más endeble que de costumbre. Ni con esas. Otra jornada que se tira por la borda. A cuatro de la permanencia, a la espera de lo que haga el Racing de José Alberto en Mendizorroza.

Con el difícil reto de controlar esas emociones, el Málaga salía al partido mandón, mostrando una versión algo similar al día del Tenerife. Era un día para abstraerse y dejar al margen el ambiente catastrofista de los últimos días. Ardua tarea porque el Burgos es precisamente un equipo que se mueve bien, por su estilo, en río revuelto. Los de Calero estuvieron a punto de dar una bofetada a las primeras de cambio: córner muy tocado de Juan Hernández, rechazado en el primer palo y que estuvo a punto de empujar Elgezabal en el segundo. Mucho ganado porque a este Málaga le estaba condenando el acierto del rival ante un error propio. Bien lo sabe Stoichkov.

Iba creciendo la tensión, no venía mal por cómo necesitaba hoy el conjunto blanquiazul que Martiricos fuese la caldera. El público incendió después de un claro agarrón de Grego Sierra sobre N’Diaye, hoy algo más fino, en el área pequeña. El senegalés protestó aireadamente a González Francés, tampoco entró el VAR. Un estímulo para sacar ese colmillo que no se tuvo el día del Tenerife en este escenario.

Lago Junior, titular y protagonista por esa banda izquierda huérfana en la primera vuelta, iba a estar a punto de estrenarse tras una gran diagonal, posterior dejada de Rubén Castro; pero su remate fue directo a las manos de Churripi. Los de Pepe Mel iban ganando en confianza, con un Villalba muy suelto con la pelota o un Febas más reconocible, entre otros a destacar. No obstante, sin ocasiones claras, tampoco en los burgaleses, salvo una buena transición que acabó con un disparo arriba de Raúl Navarro. Jugar contra este Burgos es como ir al dentista.

Cuando el partido se aplatanaba, ya esperando al descanso, Lago Junior se sacaba una auténtica genialidad. Enganchó una buena pelota desde la media luna, firme, directa al palo izquierdo de un Churripi que no pudo hacer nada. Celebración de estatua, como si no fuese la cosa con él, y una piña esperanzadora. Extraordinario el tanto de Lago, para este tipo de acciones ha llegado a Martiricos. Necesitaba el estadio ese chute de positivismo, pero había que rematar el trabajo en una segunda parte de alto voltaje.

Dio varios pasos adelante un Burgos que no está acostumbrado a estos contextos, pero es un equipo que maneja amplios registros. Los blanquiazules, bien plantados atrás, con la sensación de depender de una genialidad en los visitantes. Álex Bermejo batió a Yáñez tras un pase preciso de Curro al punto de penalti; con todo de cara no perdonó el punta del Burgos. Jugada de tiralíneas, de memoria… y el runrún en La Rosaleda porque empezaban a asomar los fantasmas. Sin embargo, la respuesta de los 16.026 espectadores que se dieron cita en Martiricos.

Daba electricidad Pepe Mel a los suyos, hasta un triple cambio con dos tercios ya cumplidos: Appiah, Luis Muñoz y Gallar. Juande estuvo a punto de aprovechar un balón muerto en el área pequeña pero aparecía Churripi, la mejor intervención del partido. Empezaban los blanquiazules a creérselo, mientras que el Burgos cedía terreno. Momento difícil porque no hay que obviar que un despiste atrás podía generar un cataclismo en La Rosaleda. Jugar con esa ansiedad, aunque los locales hacían méritos para marcar el segundo.

Con una leve pitada a Rubén Castro, emergía la figura de Loren. Se iba con todo porque no valía en absoluto el punto. Juande tuvo otra clarísima, cabezazo que se marchó besando el palo. En un auténtico correcalles, dos equipos desfondados, estuvo a punto de echar sal en la herida Curro con otra transición en los de Calero; el mal control ayudó a Yáñez a achicar.

Estalló La Rosaleda en los últimos minutos contra Manolo Gaspar, una tarde más donde los cánticos fueron dirigidos hacia el director deportivo; además con el ingrediente extra de varias pancartas que acaparaban el fondo. Otra jornada donde se hacen muchas cosas bien, pero que no sirven para sumar tres puntos