El Málaga CF vive un momento crítico a nivel deportivo pero sobre todo social, una semana más de pesadumbre, tristeza y tensión en torno al club de Martiricos. Lo que se vivió este sábado ante el Burgos refleja muy bien el contexto. Un equipo impotente, desahuciado, con un Pepe Mel que da muestras, por su lenguaje y tono, de estar absolutamente incapacitado para darle la vuelta a la situación. Tantos ingredientes, tema pancartas y cánticos aparte, que hacen presagiar el desenlace más demoledor para el conjunto blanquiazul. Este domingo se cumple justo un año del primer hundimiento de la entidad: aquel 0-5 frente al Ibiza supuso un incendio de magnitudes inimaginables; que hasta hoy sigue dejando consecuencias. 365 días después, está más activo que nunca y con un futuro, salvo un giro milagroso, nada halagüeño.
No solo porque provocó la salida de José Alberto López del banquillo; el arquitecto de la pasada permanencia, con los datos en la mano; sino por la fractura que empezó a consumarse entre la afición y los gestores de la entidad. Ese fue el día cero de todo lo que vino después hasta hoy. Con un vestuario díscolo e inmanejable llega Natxo González, otra gota en el vaso que solo ayudó a la pérdida de credibilidad de Manolo Gaspar y compañía, además de una afición de uñas porque deportivamente se fue cuesta abajo; tampoco la carta de Guede surtió efecto, otra bala malgastada.
De un proyecto que pintaba muy bien con el asturiano a los mandos, a dos años vista para estar en la lucha por el ascenso, a suplicar por una permanencia más utópica cada jornada que pasa solo un curso después. Todo se desmoronó pese a que en verano afloró una ilusión que solo hizo omitir que este Málaga CF, como estructura y unidad, esa que reclamaba Manolo Gaspar hace unos días, no está preparado para aspirar a una cota tan alta como subir a Primera División. Con este clima es difícil de creer, y con la sensación que se ha pasado de la tensión a la desidia; porque tampoco hay indicios de que algo se vaya a mover. La Rosaleda alzó la voz con fuerza anoche; pero ese mensaje ya se empezó a cocinar hace un año. Y lo peor es que no parecer haber frenos a esa caída.
Con nuevos fichajes y seguimos jugando igual. No se ven cambios importantes en la forma y el estilo de juego y así está demostrado que no vamos a provocar cambios en los resultados.