A veces, el fútbol te sorprende con machadas como la de ayer. Contra todos los pronósticos, República Checa obra el milagro, elimina a Países Bajos y se planta en los cuartos de final de la Eurocopa -se verá las caras con Dinamarca en Bakú-. La primera gran campanada que antepuso el pase de Bélgica a la siguiente ronda después de dejar a Portugal en el camino. Los diablos rojos se medirán contra la Italia de Mancini en Múnich.
Holes y Schick supieron aprovechar el giro de tuercas que dio el partido después de la expulsión de De Ligt por una mano sin sentido y de que Malen fallase de forma estrepitosa lo que pudo ser el 1-0. Un 0-2 final que demuestra el potencial checo y el fracaso holandés. Y de Budapest a Sevilla, donde Hazard sacó el rifle a pasear y se inventó el zapatazo fatal que batió a Patricio –Thorgan, no Eden-. Los lusos lo intentaron por todos los medios y merecieron mucho más, pero la escuadra de Martínez está ya entre las ocho mejores.
La anécdota
Es, sin duda, la gran sorpresa de la Eurocopa. Ni el mayor de los optimistas podía esperar tal rendimiento en Schick. El ’10’ entra en las mejores páginas de su selección, puesto que se trata del segundo futbolista checo que marca más de cuatro goles en una misma edición del campeonato europeo –Milan Baros, cinco en 2004-. El caballero del Leverkusen rompe la puerta.
