Tras un buen inicio la selección española se apaga en un partido en el que Morata, titular por delante de Gerard Moreno, perdona la ocasión más clara. La Eurocopa comienza para España con un tortazo provocado por la vendaen los ojos con la que juega en el área. Hay remedio porque hay tiempo tras un partido desigual. Se empezó bien y se terminó mal, pero en la barba del portero sueco, Olsen, un monstruo en la noche sevillana. Morata perdonó lo más sencillo.
Se jugaba en Sevilla, la tradicional tierra fetiche de la selección, donde igual se gana a Alemania por 6-0, que se revienta con diez jugadores a la Dinamarca de Laudrup por 1-0 o se trasquila a Malta por 12-1 en una noche en la que Santillana y Rincón construyeron un chalet en el punto de penalti.
Entre las apuestas de Luis Enrique figuró Morata en vez de Gerard Moreno, un motivo más para la agitación de las redes sociales y las terrazas. El delantero de la Juventus convive con el demonio de la puntería. Está en la frontera de aquellos delanteros de los que se recuerdan más los goles que dejaron partir que los que aprovecharon.
Una de esas situaciones sucedió en La Cartuja. Una charlotada sueca le dejó el balón para que eligiera cómo hacer gol ante Olsen. Morata disparó fuera. A España sólo le faltaba el gol, o sea todo lo necesario para que lo ejecutado anteriormente sirva para algo. Había realizado un ejercicio notable de presión, toque, remate y dominio y había recibido un tiro al palo. Así es el fútbol.
Se corría el riesgo de caer en el pozo de la impaciencia con la tortura del reloj en la chepa. Y se cayó. Se apagó la iluminación del juego español. Se quería hacer todo con prisa. Luis Enrique dio cancha a Sarabia, Thiago, Oyarzabal y Gerard Moreno, recibido en la grada como un mesías. Suecia se metía dentro del chaquetón de su portero Olsen.
Con un punto en la mochila Suecia mutó en un recital de pérdidas de tiempo, calambres y todo el arsenal del otro fútbol. España necesitaba un remate de los milagros que para eso se estaba en Sevilla. Lo tuvo Gerard Moreno en otro cabezazo que repelió Olsen, un pulpo en La Cartuja
