El artífice de la octava del Unicaja no puede ser otro que el míster, Ibon Navarro. El técnico vasco dio una masterclass de cómo revivir a un muerto, o en este caso, de cómo reactivar a un equipo que estaba en la lona. El conjunto malagueño se llevó la victoria de Girona en un partido que se decidió en el último minuto por 78-82.
El partido no comenzaba bien para el Unicaja, y es que se enfrentaba a su rival espejo, Basquet Girona. Un equipo comandado por Salva Camps con un estilo y esquema parecidos al del conjunto cajista. Ike Iroegbu fue un dolor de muelas todo el encuentro, el nigeriano las metía de todos los colores y era infalible en el tiro libre. El Unicaja llegaba al descanso 48-37, poca distancia en el marcador en cuanto a lo visto hasta el momento en cancha.
Sin embargo, a raíz del descanso, algo cambió en los jugadores del Unicaja. El equipo le dio a Basquet Girona de su propia medicina. Mejoraron muchísimo en el rebote, tanto defensivo como ofensivo, con lo que no le daban pie a los gerundenses de tener una segunda oportunidad. Ibon Navarro hizo entender a sus jugadores el cómo iba a ganar el partido, no iba a ser fácil, de hecho no lo fue. El encuentro se decidió en detalles. Los robos y asistencias de Alberto Díaz (4 y 6) le dieron una oportunidad al Unicaja, y no fallaron. Los porcentajes en triples descendieron hasta el inframundo (4/26, 15%) y en los tiros libres permanecieron en la media de 66%. La garra y la entrega que propuso Ibon Navarro propició la octava victoria consecutiva del Unicaja.
