El Unicaja quiere tener paciencia con Mario Saint-Supéry, el gran diamante de la cantera malagueña, y también a nivel nacional. El rinconero copa las portadas en un lunes agridulce para el joven de 16 años. España no pudo traerse el oro para casa, pero el cajista fue reconocido como el MVP de un Europeo sub-16 que le ha servido para darse a conocer. Hablamos de un chico que está tocado por la varita de los más grandes y que por suerte está forjándose en Los Guindos. Sin embargo, el club malagueño quiere controlar muy bien sus pasos. Ni siquiera ha sorprendido el ‘boom’ que ha supuesto estos días en Macedonia del Norte.
Será el jugador número trece de la plantilla, por lo que la predisposición del club y cuerpo técnico es que sea un habitual en la rotación del nuevo Unicaja. Un Mario Saint Supery que arrancará el bachillerato en septiembre… y que lo tendrá que compaginar con ser un efectivo más de los verdes. Tanto en la entidad como su familia obviamente priorizan los progresos académicos del joven. Pero sus 16 años no van a ser un impedimento para que poco a poco vaya contando con minutos. Ibon Navarro y su equipo le ven más que preparado para jugar en la élite.
Además, la estructura de la nuevo juego exterior, accidental al no contar con un segundo base puro, abre aún más las puertas a Saint Supéry para que pueda participar con el primer equipo más pronto que tarde. Ha demostrado que es un jugador completo y forjado en la mayoría de aspectos del juego; con capacidad además de desenvolverse en la posición de ‘1’ y ‘2’. Todos los ingredientes para que el curso 22/23 sea su transición definitiva. Ya de vuelta en Málaga, se pondrá a las órdenes de Ibon Navarro a lo largo de esta semana; la penúltima antes de los primeros partidos de la pretemporada.
El runrún a partir del pasado sábado es inevitable, con comparaciones que van desde Drazen Petrovic, por ese carácter competitivo, unido a una mano poco habitual para su edad, hasta todos los que le han precedido como MVPs del Europeo sub-16: Ricky Rubio o Dzanan Musa, entre otros. El Unicaja se tendrá que responsabilizar de no vivir un caso parecido al de Yannick Nzosa, lastrado por un ruido mediático a veces nocivo. Saint Supéry es el nombre del momento.
