La selección española ha servido de vía de escape para Darío Brizuela, alejado de un ambiente quizás tóxico que sufrió su figura en particular la pasada temporada. Este verano se vio una versión muy diferente a lo que acostumbraba en Málaga durante el último trienio, y que va a servir de espejo en el curso que ahora entra, la que puede ser su última como verde. El Unicaja tendrá que decidir en los próximos meses. Dependerá de si es capaz de ratificar esa evolución como jugador, algo que ya ha demostrado que es capaz de hacer y a la perfección.
Ibon Navarro tiene un sinfín de variantes, pero la idea es que el vasco y Carter sean la pareja de escoltas. Con los fichajes de Djedovic, y sobre todo Perry, la idea en Los Guindos es ver a un Brizuela con menos balón en las manos, y que termine de explotar esa inteligencia en pista. Juanma Rodríguez ya lo avisó en mayo: «Necesita madurar y lo hemos hablado con él. Le dije que me gustaba más el Brizuela que haga faltas y sea capaz de pasar el balón. No lo va a tener fácil: es buen chico, quiere trabajar y tiene ese reto por delante. Ese es su siguiente salto».
«El rol que tenía yo era el de desatascar partidos. Cuando no estábamos cómodos he tenido cierta libertad para poder generar. Y he tenido la suerte de estar acertado, no todos los días, pero he podido generar espacios. No ha sido un rol fácil, pero muy contento porque muchas veces he ayudado mucho. Y siendo campeones con ese rol me enorgullece«, comentaba un Brizuela que ha sufrido una metamorfosis en tiempo récord.
«No hay duda. Ya lo hemos visto. Ha generado un rendimiento tan grande que creo que debemos aprovecharlo. Él también se ha dado cuenta de cómo aprovecharse a sí mismo, entonces confío plenamente en esa puerta que se le ha abierto. Que la coja, la cruce y que corra, que es lo que hace bien», decía Ángel Sánchez-Cañete ayer a su llegada a Málaga sobre el salto evidente que ha dado el donostiarra este verano, lo que denota que en el conjunto verde será una continuación.
