Muy mal lo tiene que hacer el Unicaja en lo que queda de Round of 16 para estar en cuartos de final. El conjunto malagueño puso el 2-0 en su casillero, líder de grupo en solitario y aprovechando el tropiezo de Galatasaray, después de una victoria muy solvente en Limoges (67-84) y dando otra muestras de un equipo de mucho empaque. Seguridad y solidez, dos adjetivos que también ha adquirido el conjunto de Ibon Navarro. Muy lejos de la versión meteórica del pasado domingo frente a Valencia Basket, muy difícil mejorar esa versión, pero se rondó el notable; sobre todo a nivel de concentración y sin permitir a Limoges, equipo con muchas vidas, poner en riesgo el tesoro con el que regresa la expedición a Málaga.
Las impresiones que deja este equipo son tan positivas que parece que le sale todo natural, sobre el papel se intuía que el Unicaja se iba a encontrar muchas piedras en tierras galas. Pero todo sale, en esa dinámica e inercia que hay que aprovechar mínimo hasta Badalona. De nuevo, todo rodado. Próxima estación: el Gran Canaria Arena, otra prueba durísima para el conjunto cajista y otro puerto duro en esta etapa exigente del calendario.
El Unicaja mostrando mucha concentración en los primeros minutos y haciendo un trabajo sólido en toda la pista, un baloncesto control en un escenario peculiar, también pintoresco por ese parqué único del Beaublanc. Sin mucha fluidez en los ataques; lo avisaba Ibon Navarro de esa capacidad de encontrar respuesta a la trampa que preparaban los galos. Perry, Will Thomas y Djedovic, los más destacados del conjunto cajista en un primer cuarto que acabaría mejor Limoges, con acciones positivas de Lang y Jones, dos de las mayores amenazas en los franceses (19-17). Faltaba esa chispa para ver a los de Ibon Navarro algo más reconocibles. Un buen espejo en el que reflejarse es la victoria ante AEK, y eso de buscar soluciones cuando no hay acierto. Ya ha habido partidos esta temporada donde hay que amoldarse.
Subía líneas el Unicaja, otra energía, el motor para ver el aro más cristalino. Osetkowski y Kravish sumaban canastas esperanzadoras porque empezaban a asomar jugadores. El ex del Galatasaray ponía el 21-27, parcial de 2-10 en poco más de dos minutos. Era capaz de sobreponerse Limoges con Bryce Jones y Kadji, ayer anunciado por los locales y debutando esta noche ante los verdes. Osetkowski, camino de firmar su mejor actuación como jugador cajista, acertado el de San Diego y más centrado que otros días. Su noche. Otro estirón de los visitantes daba colchón al Unicaja a dos minutos para el descanso (30-37). No en modo avalancha como frente a Valencia Basket, pero se estaba haciendo lo que tocaba. Seguridad en las acciones y tener maniatado a un Limoges que estaba, salvo chispazos, muy incómodo.
Un robo soberbio de Djedovic daba la máxima a los verdes y ponía la guinda a un magnífico segundo cuarto del cuadro de Ibon Navarro (34-45). La inercia positiva es tal que, sin dar la sensación de autoridad de otros días, el listón de consistencia está prácticamente asegurado en este equipo, al que es muy difícil verle en estado de desmoronamiento. Partido hasta ahora perfecto en lo que te requería la cita, un Limoges que es un dolor de muelas, tal y como se había hablado en la previa.
El Unicaja daría otro paso de gigante hacia ese 2-0; en una fase de acierto de ambos, propicio por cómo rebosa el talento en la plantilla de los malagueños, se empezaba ya a darle forma a un triunfo con el 42-58 en pocos minutos. Alberto Díaz acertando de tres, novedad, también Carter, y Kravish facturando cerca de canasta. Encontraba el equipo verde ese ritmo que le gusta y como le dejen… es muy difícil de parar. Pegajoso Limoges, se agarraba con un pequeño parcial de 6-0, golpe contestado por los visitante. Otro robo de cartera al borde de acabar el cuarto, esta vez de Osetkowski, una de las cualidades que más han sorprendido en el californiano. Triple desde la esquina (53-63). Pudo ser una ventaja más cómoda, aunque se habría firmado viendo cómo se desarrollaba el partido a lo largo de la primera mitad.
No daba el Unicaja el último acelerón al partido, pero tampoco era Limoges de poner en riesgo el triunfo. Le venía bien a los verdes ese ritmo. En ese impasse, lo aprovecharía el Unicaja para ahora sí poner tierra de por medio; Brizuela y Djedovic, los responsables de dejar el partido sin emoción en el final y un conjunto malagueño que empezaba a oler la sangre. Hacía hincapié Ibon Navarro en los averages, factor a partir de ahora a tener en cuenta. 58-77 ganaban los verdes a cinco minutos, se husmeaba que podía ser otro marcador escandaloso, y parecido a la narrativa del triunfo ante el AEK; donde se aprovechó el subidón en el último cuarto hasta el 88-66. Oswtkowski hizo pleno de acierto en triples, y la guinda la puso Saint-Suppery, con unos pocos segundos en una cancha con mucha historia. 67-84 y deberes hechos con buena nota.