Despedir a un amigo es una de las tareas mas difíciles que un responsable tiene que tomar a lo largo de su carrera, si este encima mantiene una actitud de trabajo irreprochable, lo da todo en cada esfuerzo, en cada decisión y no escatima horas en su jornada para intentar obtener el mayor rendimiento a su trabajo, la decisión se vuelve aún más compleja si cabe. Me he visto en más de una ocasión en esa tesitura y no me cambio por los rectores del club.
Porque se puede estar o no de acuerdo con Muñiz, en su estilo de juego, en su forma de afrontar los partidos, pero lo que es innegociable es que se marcha un hombre de club, un señor al que tenemos que estar muy agradecidos, porque cuando ha estado en su mano, ha alcanzado todos los objetivos propuestos y porque ha puesto estabilidad, cordura y sensatez cuando más faltaba en los rectores y háganme caso cuando digo que este éxito no es tarea baladí.
Y es que ya lo dijo “Lucas Rodríguez”, de la Fundación en su tweet se va un hombre de club honrado, trabajador y malaguista pese a que aquí no se le ha tratado como merecía en la mayoría de las ocasiones. Muñiz se ha ganado nuestro respeto y un espacio en el corazón del aficionado malaguista. Prefiero despedirlo recordando todo lo que ha hecho por este club que pensar en los motivos que han propiciado este despido.
Pero si quiero destinar un par de líneas a algo que llevo dentro desde hace días, quizás semanas. Prescindir del entrenador es la forma más sencilla y accesible de intentar cambiar el rumbo cuando la dinámica de un equipo se mantiene a la deriva. Pero a la hora de depurar responsabilidades, en esta temporada que apunta a fiasco, la firma de los culpables debe llevar varias rúbricas. Primero, los jugadores, que al fin y al cabo son los que saltan al césped y meten los goles, o en nuestro caso los fallan. En segundo lugar la dirección técnica, por haber configurado una plantilla con muchas carencias, que no supieron paliar en dos ventanas de traspasos. Por último la propiedad, porque su negligencia nos llevó al pozo de segunda División, y su falta de acción parece condenarnos a un segundo año en el infierno.
Gracias por todo Juan Ramón.