Si metes en una coctelera una acertada campaña mediática, unos precios populares, un partido atractivo y lo agitas durante una semana te sale un aforo para el partido superior a la media de la temporada y que roza el récord de asistencia. Y es que ayer más de 22.000 gargantas animaron sin cesar al Málaga, en un partido de lunes a las 21:00 de la noche. Lo cual confirma una idea que ronda mi cabeza desde inicios de temporada. El problema de la falta de aficionados, no eran los horarios, ni siquiera el estilo de juego del primer equipo, cuya ausencia de buen juego parecía ser el único culpable de la desafección hacia el club que se había instalado en la grada.
El problema es el propio club, precios caros, ausencias de campañas realmente interesantes que estimulen a ese sector de aficionados que prefiere quedarse en casa antes que visitar el estadio del club de sus amores, aunque ellos aún no lo sepan. Porque la Rosaleda tiene un encanto especial que cuando la pisas por primera vez, te enamoras y sabes que será tu casa toda la vida.
Espero que este partido sirva de ejemplo para los que toman las decisiones y comiencen a entender que si la prioridad para alcanzar el ascenso es un estadio lleno, hagan más campañas para atraer al aficionado con precios económicos, cómo los que vimos antes del partido de Osasuna con los universitarios, o permitiendo que los abonos de niños pudieran ser utilizados por adultos, campañas que con el ventajismo que otorga el hablar del pasado, se han demostrado acertadas.
Con un estadio lleno todos ganamos, somos una gran afición y cuando el club nos ha necesitado siempre hemos estamos ahí y seguiremos estando porque el cómo dice la cántico, “ El Málaga es un sentimiento, es una pasión”.
