JUNTOS SOMOS MÁS FUERTES

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Ahora que reúno fuerzas para poder sentarme a escribir y expresar aún con el dolor en el alma y el corazón roto, sobre lo ocurrido el pasado sábado en La Rosaleda, sigo sin encontrar las palabras que expresen de forma nítida y precisa, el maremágnum de sentimientos que se arremolinan en el interior de mi cabeza. Quiero escapar de augurios apocalípticos y centrar mi mirada y mi reflexión en esta etapa de incertidumbre que se nos avecina, pero desde el optimismo y la esperanza que me transmitió la comunión equipo-afición que tuvo su consagración el pasado sábado.

 

Y es qué dejando atrás el resultado adverso, la terrible condena de un nuevo año en el infierno, lo que pudimos vivir en el estadio, quedará grabado en nuestra memoria para toda la vida. Que el Málaga Club de Fútbol tenía una afición muy por encima de su nivel como club era algo que ya se sabía. Lo que algunos no podíamos imaginar es que la grandeza del aficionado malaguista iba a llegar a las cotas más altas de respeto y veneración del mundo futbolístico, incluso más allá de nuestras fronteras.

 

Esta cruel eliminación puede suponer un punto de partida que solidifique los cimientos de una gran institución. Debemos mantener la ilusión, la fe en que volver al lugar donde nunca debimos marcharnos es posible. Convertir en costumbre el himno cantado a capela. El respeto a la labor de nuestros profesionales aún cuando cometan errores garrafales, entendiendo que el deporte no deja de ser un juego donde se puede ganar o perder. Sentir cada minuto en nuestro templo como si fuera el último. Animar con el alma, aunque a veces esta emocionalidad roce el paroxismo. El patrimonio con más valor del club es la afición y este debe ir subiendo su cotización cada día.

 

Hoy comienza una nueva etapa, nace un nuevo Málaga y germina el Malaguismo con más fuerza que nunca. Juntos seremos invencibles.