El fútbol no es matemáticas. Es una frase que me encanta decir y que cuanto más fútbol veo más creo en que es una de esas premisas irrefutables para poder empezar a entender este bello deporte. Lo digo porque el Málaga ganó ayer haciendo el mejor partido en lo que va de temporada, no solo por los goles, sino también por el juego del equipo y el dominio de principio a fin del partido. Todo ello ocurrió la semana en la que el equipo llegó al partido con siete bajas, nada más y nada menos. Sin algunos de los fichajes estrella, sin su canterano insignia y con una defensa que estaba compuesta por tres jugadores llamados a ser muy suplentes allá por el mes de julio. Así es el fútbol, inexplicable.
Aunque ciertas cosas que si funcionan con una formula. Por ejemplo. Si Fornals está en el campo, el Málaga juega mejor. Eso sí que podría ser dos más dos igual a cuatro. Juande se ha tenido que ver sin jugadores en ataque para dar una oportunidad al de Castellón, más vale tarde que nunca. El Málaga hizo cosas ante el Leganés que parecían totalmente olvidadas. La presión arriba, la salida de balón bien aseada desde atrás y una puntería que estaba lastrando al equipo en algunas derrotas como la del Benito Villamarín.
Son tres puntos que dejan a los malaguistas precisamente a esa distancia de Europa. Tres puntos, cuatro goles, 75 años de La Rosaleda. Todo fue rodado en un día que hasta sirvió para ver el debut en Primera de Michael Santos. Desde mi humilde punto de vista, fue el mejor partido de los blanquiazules este curso. Ahora habrá que ver si el trabajo sigue dando sus frutos y el Málaga es capaz de dar la sorpresa en el Calderón frente a un Atlético de Madrid que tampoco termina de encontrarse este curso.