Recuerdo perfectamente la primera vez que me hablaron de Juan Ramón López Muñiz. ¿Mu qué?, pregunté. Yo era un chaval de 17 años que sufría con Marcos Alonso en la grada de La Rosaleda. Al año siguiente tuve la suerte de poder conocerlo en persona y de escucharle hablar. No solo en la rueda de prensa previa a los partidos, sino también en las oficinas y pasillos de Martiricos durante mi etapa como ‘becario’ en el Departamento de Prensa del Málaga.
Hemos fichado a un tipo honrado y trabajador. Que a pesar de ser ex futbolista tuvo que comer barro en sitios donde otros no hubiesen aceptado. Formándose como entrenador hasta tener su oportunidad. Un tipo al que La Rosaleda, no seré yo quien diga si justamente o no, machacó por una temporada que pienso que todos firmaríamos en el día de hoy. Vuelve y, aunque muchos hayan querido contar lo contrario, lo hace por malaguismo… Y por Caminero.
Gran acierto del madrileño bajo mi punto de vista. No era su primera opción, por motivos que ya se saben y que han sido explicados en todas las tertulias malaguistas, pero el director deportivo ha sabido que a la tercera iba la vencida. Me alegro porque este club necesita gente honrada en todas sus líneas. Desde los despachos hasta el césped y Juan Ramón López Muñiz lo es.
No voy a defenderle a toda costa. No soy su amigo. Pero si el admirador de alguien cuya pasión es el fútbol. Podrá salir bien o mal, no tenemos una bola que adivine el futuro de un club que por desgracia solo ha dado el primer paso de la temporada… quedan 30 más mínimo. Pero muero y moriré con la gente currante y si son malaguistas más aún. Bienvenido ‘Muño’. Un tipo de oro para una categoría de plata.