El Málaga necesitaba, desde hace ya mucho tiempo, darse un homenaje como el de ayer en La Rosaleda y ante un rival como el Atlético de Madrid. Los de Javi Gracia sumaron una segunda victoria consecutiva que alejan los fantasmas del descenso y traen otros recuerdos a los aficionados malaguistas, recuerdos de éxito; de un equipo que lucha y trabaja en el césped; recuerdos de un Málaga que siempre da la cara ante los más grandes de la Liga de la estrellas.
La noche duró 90 minutos, pero dio para mucho más. Fue el momento de los reencuentros. El de Gracia con su alineación de gala, mucho tiempo ha predicado en el desierto el navarro; el del público con su equipo, fue realmente emocionante ver a La Rosaleda y su respetable disfrutar con sus jugadores, animar y fundirse en una camiseta número doce que por suerte no la vistió ayer Tissone y sobretodo el reencuentro de Camacho con su fútbol, con su raza, con su capitanía, con ese futbolista superlativo capaz de lavar la cara al Málaga en apenas una semana. Un lavado de rostro que ha llegado desde dentro, pero también desde fuera, porque el maño es un lobo en un vestuario que andaba muy perdido. El mediocentro es de esos futbolistas superlativos que hacen mejores a todos los que tiene alrededor. Un jugador que aporta en defensa y en ataque, que ordena, que manda y que, recuerden, ha estado lesionado toda la temporada.
La victoria coloca al Málaga 13º antes de las mini vacaciones de fin de año. Un respiro necesario para un año 2015 que en lo deportivo no pasará a la historia. El 2015 será el año del caso ‘BluBay’, de los despidos de Husillos, Casado y su corte, el año que el Málaga vendió su alma a los fondos de inversión, el año que los malagueños no se identificaron con su plantilla tras las ventas de los canteranos. Un año que acaba por suerte. Felices fiestas malaguistas y que 2016 sea mucho mejor para todos.