Las horas siguientes son las peores. El malaguista se habrá levantado esta mañana deseando que lo de ayer fuese una pesadilla, pero no lo es. Hoy ya no tiene el arropo de todos aquellos que ayer le acompañaban en la pena por las calles de Granada. Está solo, mirando la clasificación y pensando si esto de ser blanquiazul compensa. Ya sabemos que no. Pero ahí seguirán porque de estas derrotas, no sé el porqué, vuelve uno queriendo más a su equipo pese a que este le haga pasar vergüenza ajena, como ayer. Llegados este momento uno recapacita y dice… ¿Cuál fue la última alegría que se ha llevado el malaguista? Difícil de contestar y seguro que te llevará algún minuto pensarlo.
Lo de ayer no tiene nombre. Con tres mil personas invadiendo la grada norte de Los Cármenes el Málaga se arrastró por el césped desde el minuto uno. La prueba de ello es el fallo gravísimo de concentración que propició el único gol del partido a los cinco minutos. Inexplicable la actitud del equipo en un partido que era una final por el ascenso directo, diga lo que diga Muñiz en sala de prensa. Quizás ese sea el problema. Queriendo quitar tensión a estos jugadores casi los estamos dejando sin sangre en las venas.
Imperdonable la expulsión de N’Diaye, tan tonta como justa, que dejó a los suyos otra vez con diez en un partido importante como lo fue el de Pamplona. Ya no habrá vídeos suficientes pidiendo perdón para reparar el daño de estos tres puntos que han volado. Los cambios también para llorar, siendo la única alegría malaguista la entrada de Cifu al terreno de juego a petición de la afición desplazada. El único gusto que se llevaron al cuerpo los que ayer tragaron granizo, lluvia y frío.
No está el club a la altura de la afición al igual que la afición, la que no es malaguista obviamente, no está a la altura de la ciudad. Y así es imposible avanzar. Con un presidente que vive en otro mundo y que lejos de sumar resta, con un entrenador incapaz de ser valiente ni en los días más señalados y con algunos jugadores, que desde mi humilde punto de vista, o no se enteran de qué va la película o realmente les suda un pie esto del ascenso.
Un ascenso que ya debe ser una obligación. No porque fuese el objetivo inicial, no por evitar los problemas económicos de estar otro añito en Segunda, no. Tiene que ser una deuda de esta plantilla con todos aquellos que han salido con la cara partida de Córdoba, Extremadura, y algunos cuantos partidos en La Rosaleda. Malaguista, no te veas solo. Cuando más cerca he sentido yo a el Málaga ha sido en la derrota y el fracaso. En los descensos y goleadas en contra. Cuando otros te miren por encima del hombro, ahí es cuando más malaguista tienes que ser.