Es muy sencillo. Si un club se abre a sus aficionados, el aprecio, el apego y el cariño a esos colores aumentará de manera increíble. Es una ecuación fácil de resolver pero que a muchos clubes de Primera división se les resiste. Basta con haber visto este martes la grada de preferencia de La Rosaleda, llena en su parte baja de escolares que llevan soñando muchas semanas con este día. Lo sé por experiencia propia.
Los más afortunados han recibido un autógrafo e incluso puede que hayan logrado hacerse con una fotografía o con un balón. Y se los enseñarán orgullosos a sus compañeros, amigos y familiares. Y, seguramente, guardarán estos recuerdos para toda la vida como un tesoro. Lo sé por experiencia propia.
En esta ocasión, con motivo del Día de la Infancia que se va a celebrar este domingo en el partido ante el Espanyol, el club ha organizado esta jornada con 15 colegios y con la presencia de 4.000 niños y niñas que han dado un enorme colorido a la sesión de trabajo de los de Javi Gracia. Un baño de malaguismo para todos, para los pequeños y para los propios futbolistas y el entrenador. No digo que se tengan que abrir las puertas todos los días, pero desde luego tampoco es necesario cerrarlas siempre. Pero si hablamos de períodos vacacionales como Navidad, Semana Santa, Semana Blanca o incluso agosto, ¿qué problema hay en darse un baño de blanquiazul? Ninguno. Lo sé por experiencia propia.