La pista central de Roland Garros se vistió de gala para acoger la final del superpesado. El último baile del boxeo en los Juegos Olímpicos de París tenía como protagonistas al vigente campeón olímpico, Bakhodir Jalolov, y un aspirante español: Ayoub Ghadfa. El marbellí, que preparó el combate bajo el lema de que «nada es imposible», se enfrentaba a un reto mayúsculo y lo afrontó con ganas, concentración, disciplina y mucha ilusión.
Con centenares de españoles haciéndose notar en la grada, Ayoub saltó al cuadrilátero sin complejos, a plantar cara a todo un campeón y mostrando todas sus virtudes. Lo intentó y el primer asalto estuvo muy igualado, pero acabó cayendo del lado del uzbeko, que se lo llevó por 5-0.
Tocaba arriesgar un poco más e iniciar la remontada. Dos avisos de Ayoub al iniciar el segundo asalto pusieron en guardia a Jalolov. No lo tendría fácil si quería revalidar su oro. Pero este tipo de deportista no sabe lo que es ponerse nervioso. Poco a poco, se recompuso y volvió a someter a Ayoub, que vio como de nuevo se le escapaba el asalto. Ante la duda, ante un combate muy igualado, los jueces siempre inclinan la balanza hacia el local o el favorito. Lo hemos visto muchas veces durante estos Juegos.
Ante lo utópico de ser capaz de arrebatarle el oro a Jalolov, el tercer asalto debía ser un homenaje a Ayoub. Disfrutar sobre el cuadrilátero, mostrar todas sus virtudes y arriesgar. Lo hizo, pero el mastodonte que tenía frente a él no le permitió ni soñar con llevarse, al menos, el último asalto. ¿El resultado? Victoria por decisión unánime y quinto oro para Uzbekistán en boxeo. Sin duda, los grandes dominadores de este deporte en París 2024.
El indomable Jalolov
Ayoub tenía ante sí el más difícil todavía. Bakhodir Jalolov, que acudía a París para defender su condición de campeón olímpico, es también doble campeón del mundo. El uzbeko presenta un 14-0 como profesional y en París se plató en la final sin haber cedido ni un solo asalto. Una bestia de 30 años y 2,01 de altura que, probablemente, ha disputado su último combate olímpico, ya que su objetivo a medio plazo no es otro que dedicarse exclusivamente al boxeo profesional.
Doble premio para Ayoub
La Federación Internacional de Boxeo destina más de tres millones de dólares a premiar a más de 100 boxeadores olímpicos. Los ganadores de un oro reciben cien mil dólares (50.000 para el boxeador, 25.000 para el entrenador y 25.000 para la Federación Nacional); los ganadores de una plata cincuenta mil (la mitad para él y la otra mitad para el entrenador y la Federación); y los ganadores de un bronce veinticinco mil (12,500 para el púgil y 12,500 a repartir entre Federación y entrenador). Además, los boxeadores que han caído en cuartos de final y acaban quintos también reciben una recompensa de diez mil dólares por parte de la IBA.
Fin a la sequía
El balance del boxeo español en los Juegos Olímpicos de París es notable. Las medallas de Ayoub Ghadfa y Enmanuel Reyes Pla ponen fin a una mala racha que se ha prolongado 24 años. Desde que Rafa Lozano, ahora seleccionador, ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sídney del año 2000, el boxeo nacional no había vuelto a tocar metal. En París, además de las medallas conseguidas, Rafa Lozano y José Quiles se marcharon a casa en combates ajustados que los dejaron muy cerca del bronce, Laura Fuertes se convirtió en la primera boxeadora española en acudir a unos Juegos y Oier Ibarretxe, que perdió en su debut, disfrutó de su primera experiencia olímpica. Conviene ser optimistas con el futuro del boxeo nacional de cara a Los Ángeles 2028.