Es llegar junio y en España se saben dos cosas. Una, que va a hacer calor, y dos, que Rafa Nadal se proclama campeón en la tierra batida de Roland Garros. El de Manacor batió por la vía rápida a Casper Ruud en tres sets y poco más de dos horas de partido. (6-3, 6-3 y 6-0). De esta forma, a sus 36 años y 2 días, se convierte en el mosquetero más longevo en la prestigiosa Phlippe Chatrier, superando la marca de su compatriota Andrés Gimeno, con 34 años y 10 meses cuando superó a Patrick Proisy.
La eterna tiranía de Nadal en Roland Garros va hasta el punto que dos Reyes de España le han visto ganar en directo París: de Juan Carlos I a Felipe VI. La organización anunció que el trofeo lo iba a entregar Gustavo Kuerten, campeón de las ediciones de 1997, 2000 y 2001. «Rafa, Rafa, Rafa«, se escuchaba desde la grada incluso antes de empezar. Nunca antes había habido tanta unanimidad en favor del español en la capital gala. Estaba a tan solo una victoria de agrandar aún más su historia.
A los ocho minutos llegaron las dos primeras bolas de ‘break’ para el campeón. Su rival salvó una, pero claudicó con la segunda gracias a un pasante de derecha.
El marcador era de 2-0 y los gritos seguían siendo favorables al manacorí. Daba igual que la final durara poco. El fin justificaba los medios y en este caso lo único valido para los asistentes era la victoria de Nadal.
Dos dobles faltas del balear, una a 139 kilómetros por hora y otra a 146 km/h, fueron la antesala del primer juego de Ruud, con el tercer error no forzado de su adversario, esta vez con una derecha a la red.
El nórdico se quedó muy rápido sin argumentos tenísticos para plantar cara. Supuestamente su mejor tiro es la derecha y no para de fallar con ella. De las 14 finales disputadas por Rafa era el nombre de menor entidad.
Casper se agarró al partido con lo que le quedada, aprovechando la debilidad del saque de su rival. La tercera doble falta situó un tanteo de 3-1 y servicio para el noruego. Aparecían tímidamente banderas de su país. Era el momento de demostrar si le podía o no la presión de tomar la iniciativa. Le pudo.
Nadal es un tenista prácticamente infalible en la cancha que le vio nacer y crecer. De los 519 partidos jugados ha decantado a su favor 474. Su porcentaje de éxito supera el 91 por ciento.
El finalista cedería los siguientes cinco juegos ante un ser superior. Su contrincante estaba obsesionado en darle con la derecha y dejaba una autopista en mitad de la central. En el banquillo del español reinaba la tranquilidad como en las dos finales disputadas con Dominic Thiem.