El 2021 del ‘Capitán América’ malagueño del pádel ha sido ideal, el mejor de su carrera deportiva. Dos títulos, campeón del mundo en Doha con España y 47 victorias en 64 partidos disputados este año en World Padel Tour, que le han colocado séptimo, además de la cuarta mejor pareja del circuito junto a Franco Stupaczuk. Álex Ruiz hizo balance en Radio MARCA Málaga y reconoce la ambición que desprende para 2022: «Mi principal objetivo es ser el número uno del mundo».
“Ha sido un año bastante bueno a nivel deportivo y puede ser que haya sido el mejor. El de Cerdeña es el primero, pero el de México tiene un valor personal muy importante para mí. Rompí barreras, la pista no me beneficiaba, era muy lenta y, en mi caso, soy un jugador muy agresivo. Ese era mi caballo de batalla y le di mucho valor a México por sobrepasar barreras”. “Mucha gente no confiaba en mí y recibí algunas críticas, pero lo tomé como lógicas. Nunca alcancé el Top 8, Franco (Stupa) siempre ha estado codeando con los grandes y lo tomé como un reto y me motivó mucho para nunca bajar los brazos y dar el máximo de mí”, confesó.
«Mi gran cambio ha sido conseguir un staff en Málaga»
¿Cuál fue el punto de inflexión? “Mi gran cambio ha sido conseguir un staff en Málaga. Espero que sea siempre el mismo con Jorge Cárdenas, Alba de psicóloga, César de preparador físico e Ismael como nutricionista, que es un fuera de serie. Con ellos he conseguido exigirme al máximo en el día a día y nunca rendirme. Ese paso psicológico fue a nivel de confianza en mi juego y la autoexigencia, que es fundamental. Te tiendes a relajar por la tensión de todo el año y mantenerla es muy difícil. La parte fundamental ha sido venirme a Málaga y conseguir un equipo, que este año lo he conseguido”, aseguró.
Rompe la maldición de los cuartos y, para colmo… campeón del mundo: “Venía de hacer ocho cuartos seguidos y la cabeza estaba fuera. Una temporada es muy larga, se pasan por muchas etapas y lo importante es ser fiel a tu estilo de juego, confiar en tus posibilidades y así lo demostramos. Franco (Stupa) y yo sabíamos que, en algún momento, iban a caer esos cuartos e íbamos a intentar luchar por distancias más altas. Nunca hay que tirar la toalla y siempre hay que insistir”. “Eso fue una hazaña increíble. Veníamos de perder diez años seguidos con Argentina, era mi primer año con la Selección y fue algo soñado. Incluso se me pone la piel de gallina recordando algún vídeo y charla emotiva. Salimos con unas ganas increíbles, juntamos un equipo joven con mucha ilusión por conseguir ese título y súper feliz de pertenecer a ese grupo de grandes jugadores”, afirmó.
«La diabetes me ha jugado malas pasadas»
La diabetes, su gran rival: “Sinceramente es muy difícil. Es un hándicap que siempre te tiene en jaque mate. Siempre hay que ser responsable, disciplinado y es complicado seguir un patrón. Varía mucho con los cambios de estación, cansancio, estrés… Lo fundamental en la vida es adaptarse a cualquier situación. No soy la perfección de cómo llevar una diabetes, pero he tenido situaciones complicadas, no llevo una muy estable, es agresiva y, a veces, me ha jugado malas pasadas. Siempre hay que intentar ir con disciplina, control y responsabilidad. No queda otra que aliarse con la diabetes, pelear contra ella es peor todavía”, asintió.
“Aunque las cosas vayan mal, nunca puedes perder la sonrisa. La situación se puede revertir y si lo crees siempre puede llegar. La gente de abajo viene pisando muy fuerte y hay que tenerle un respeto máximo. Tienes que mirar hacia arriba y por qué no soñar con el número uno. Desde que empecé a competir con 10 años, mi principal objetivo es ser el número uno del mundo. Eso no va a cambiar nunca. Me levanto cada día pensando en que quiero ser el número uno”, sentenció.