«Y los Reyes Magos llegaron en otoño»

Miguel Ángel Pérez opina sobre el ERE

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Miguel Ángel Pérez opina sobre la cantera
Miguel Ángel Pérez opina sobre el duelo contra el Girona

No hay demostración más evidente del estado de derribo en el que los anteriores gestores dejaron el club, que contemplar cómo se celebra con misma algarabía que un título, que el fin de un Expediente de Regulación de Empleo. La finalización satisfactoria para los intereses del club del procedimiento ha sido recibida por la afición como la mejor noticia de este extraño verano de fichajes que aún perdura recién entrado el otoño. Por necesaria o por esperada, incluso por esa falta de empatía de los afectados con la afición, que ha provocado que nadie haya sabido ponerse en la piel de los jugadores y los consideren unos privilegiados, unos ingratos y desagradecidos que suponen un obstáculo insalvable para alcanzar la necesaria optimización de recursos y la manida estabilidad salarial que garantice la durabilidad del club de sus amores.

El futbolista, como cualquier artista, tiene la capacidad de generar filias y fobias, no gustan a todo el mundo, pues el fútbol, como cualquier orden de la vida la realidad, depende del cristal desde donde se mire. En el caso que nos ocupa, los afectados por el ERE han conseguido un hito histórico en Málaga, que un porcentaje cercano a la totalidad considere este despido en masa la mejor decisión de la historia reciente del club, elevando la figura del administrador judicial a estratos impensables a su llegada. 

En mi opinión, creo que se ha sido injusto con algunos jugadores, pero esta decisión ha sido necesaria, nos garantiza un Málaga estable y fuerte, capacitado para sobrevivir en la pelea hasta el último asalto y el administrador judicial ha demostrado una sapiencia, un conocimiento de los plazos y las formas y una capacidad negociadora que merece todos los halagos y el respeto de parte de una afición poco acostumbrada a tener gestores de tal categoría. Parece que por fin la entidad se encuentra en buenas manos y aunque este club nunca se ha caracterizado por ser un mar en calma, por fin se tiene esa sensación, y hace más de diez años que no se siente algo igual, de que la nave no navega a la deriva. Así que disfrutemos de esta extraña y desconocida quietud y que la felicidad de celebrar una Noche de Reyes en toño, nos haga olvidar los convulsos tiempos pasados.

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