Granada, ciudad vecina y casi hermana de Málaga. No hablamos de su historia ni de la época de Al-Andalus. Hace varias temporadas que la sintonía entre ambos conjuntos es total. Viajes, desplazamientos, entradas a precio reducido y un largo etcétera. Es más, la afición malaguista en redes sociales ironizaba con el denominado ‘Pacto de Loja’. Es decir, el triunfo en La Rosaleda y derrota en Los Cármenes. Un 50%. Es verdad que empezó a truncarse con el último retorno a la élite del cuadro nazarí. El Málaga tropezó tanto en Granada como en La Rosaleda (1-0, 0-1) con el equipo rojiblanco. Derrotas que impidió el ascenso matemático del Málaga, en favor de un vecino que últimamente tampoco ha sido ‘amistoso’.
Es evidente que los blanquiazules no han hecho sus deberes durante el curso y ahora quiere enmendar sus renglones torcidos con una ayuda externa. No siempre sale bien. Casualidades del calendario, el Granada recientemente ha disputado sus encuentros con rivales que estaban en una situación similar a la del Málaga, pero no hubo favor a los malaguistas. Cada vez que disputó un duelo lejos de los Cármenes, el malaguismo acabó enfadado. Hasta en tres ocasiones.
La primera vez fue ante el Sporting de Gijón. Por aquel entonces, el cuadro asturiano estaba con la soga al cuello y el Granada se jugaba mantener su privilegio como equipo de ascenso directo. La visita en el Molinón acabó con derrota por la mínima (1-0). Mismo resultado que el que sucedió este domingo ante el Racing de Santander. Semanas atrás también hubo tropiezo de los nazaríes como visitante ante un Real Zaragoza (1-0) que por aquel entonces peleaba con los malaguistas por la zona baja de la clasificación.
No tenemos que depender de otros, tenemos que marcar nuestras exigencias y que los demás fallen en las suyas. Es el problema de llevar tanto tiempo haciendo mal las cosas.