El fútbol, siempre, o al menos en muchas ocasiones, puede explicarse desde lo táctico y lo técnico. Pero, dejar de lado aspectos como las dinámicas o la mentalidad del equipo sería un error. Tras una primera parte floja que puso fin a la línea de cinco, el Málaga disputó unos últimos 45 minutos que recuperaron la garra de la primera vuelta. Bastaron dos zarpazos para que el equipo malaguista, de la mano de la cantera, le diera la vuelta al marcador y pusiera contra las cuerdas al conjunto armero. El resultado final no fue malo: un punto más de ventaja respecto al descenso, que deja la zona roja a más de un partido. Lo mejor del encuentro fueron las sensaciones. El Málaga pareció recuperar su identidad y sacó un punto de coraje en Ipurúa.
La línea de 5 y el primer gol. Un partido y medio ha bastado para demostrar que la defensa de cinco no tiene cabida en este equipo. Son muchos los jugadores que se sienten incómodos en este sistema y no muestran su mejor versión. Galilea sufre mucho cuando la presión rival es agresiva mientras tiene el balón, lo que le lleva a abusar del pase en largo (9 en 45 minutos) y a ser un foco de pérdidas (7). Juanpe no tiene la capacidad para llevar el balón desde la defensa hasta la línea de mediapuntas, función clave en esta estructura. Además, el jerezano tiende a cometer pérdidas que acaban generando ocasiones claras para el rival. Por otro lado, Murillo destacó en su vuelta a la titularidad: rompió la presión del Eibar mediante conducciones, fue contundente en los duelos (6/8) y firme en defensa (7 acciones defensivas). Otros, como Dioni o Lobete, fueron utilizados para dar aire al equipo. Ambos recibieron constantes faltas del conjunto vasco, que no les permitió girarse.
El gol en el descuento es el reflejo de los problemas del sistema. Matheus Pereira recibe, se da la vuelta y levanta la cabeza sin apenas oposición de Juanpe. La línea defensiva, mal alineada, permite a Bautista salir del fuera de juego y lanzar un desmarque sin que nadie le siga. Para rematar, Alfonso Herrero, que debería actuar más adelantado con una defensa tan adelantada, sale tarde a achicar espacios.
El inicio de la segunda parte. La entrada de Cordero por Galilea devolvió al equipo al 4-2-3-1. El Málaga mejoró ligeramente, pero la línea de centrocampistas seguía sin ser capaz de conectar con los jugadores de ataque. El hecho de que Juanpe y Manu Molina se situaran a la misma altura impedía progresar sin recurrir al desplazamiento en largo. Esto perjudicó especialmente a Larrubia, que no logró dar continuidad a las jugadas: 71 % de acierto en pase y 21 pérdidas de balón para el “10”. La defensa volvió a ser el foco de los problemas en este tramo, permitiendo varias acciones de peligro del rival, como una ocasión clara de Bautista o el gol anulado a Puertas. La mejor forma de desquitarse fue el tanto de Murillo a balón parado, el octavo que anota el Málaga esta temporada en este tipo de acciones. El córner arrancó con cuatro jugadores en el segundo palo y tres arrastres al primero, que despejaron la zona para el central. Además, el saque en corto previo al centro de Manu Molina añadió confusión dentro del área.
Rafa cambió el partido. Rafa aportó dinamismo, estiró al rival con desmarques largos y ofreció apoyos a diferentes alturas. El Eibar tardó en adaptarse a su presencia, ya que defender a Rafa es muy distinto a hacerlo con Juanpe. Además, generó espacios por dentro que sus compañeros supieron aprovechar y fue capaz de llegar al área para finalizar. Solo Lobete intentó más disparos que él. El segundo gol fue una gran jugada colectiva: Murillo anticipó con acierto y recuperó el balón, Larrubia abrió a banda y, tras un cambio de orientación preciso de Dioni, Cordero temporiza y encuentra a Rafa en la frontal. Lo demás, es historia. Más allá del tanto, Rafa firmó un 100 % de acierto en duelos, completó un pase clave y realizó una acción defensiva. Un todocampista con todas las letras.
El gol en propia ¿casualidad? Ya van tres goles en propia puerta que han costado puntos muy valiosos. Lo preocupante no es solo el número, sino que todos hayan llegado tras centros laterales. De los 40 goles encajados por el equipo de Sergio Pellicer, 19 han sido tras una acción de este tipo. Casi un 50 %. Un dato llamativo si se tiene en cuenta la nómina de centrales: Nelson Monte, Galilea, Pastor y Murillo no deberían sufrir en el juego aéreo. Sin embargo, el equipo presenta una carencia clara en este aspecto. Partido para olvidar del portugués. Estuvo impreciso con el balón y transmitió inseguridad en defensa, siendo en varias ocasiones el encargado de romper la línea del fuera de juego.
Aun así, el partido del Málaga en Ipurua dejó mejor sabor de boca de lo esperado, en parte gracias a los tropiezos de los rivales directos el sábado. Ahora toca construir desde este empate de carácter para afrontar con garantías los dos encuentros consecutivos en casa que tiene por delante el equipo de Sergio Pellicer.