En pleno parón profesional por el confinamiento, la planificación deportiva de los clubes es prácticamente una incógnita. En las altas esferas se habla de que los traspasos de 100 millones de euros o más van a desaparecer ante la incertidumbre económica y las pérdidas que sufrirán los clubes. Y si los de arriba no pueden gastar tanto, los de abajo no cobrarán tampoco grandes cantidades.
En el caso del Málaga, las penurias para la temporada 20/21 ya se conocían antes de la llegada del coronavirus. Con un expediente que hará que LaLiga lo sancione con el mínimo salarial imprescindible para salir a competir, si sale a jugar en Segunda, las expectativas no eran nada altas.
Manolo Gaspar, director deportivo, ya ha expresado en más de una ocasión que su mercado se fija, si bien no al 100%, en la Segunda B, a pesar de que en enero ya se dio cuenta de que hay jugadores de la categoría de bronce que cobran incluso más que en Segunda. Pero ese es el camino que ha de seguir el Málaga de cara al futuro.
Además, se encuentra el hecho de que para que lleguen esos refuerzos a coste cero y por el salario mínimo profesional, otros muchos de la actual plantilla deberán salir por sus altas fichas. Y sin clubes que quieran pagar traspasos o asumir esos altos emolumentos, la situación se complica y mucho.
De ahí que la entidad blanquiazul deba estar en permanente contacto con LaLiga para seguir sus indicaciones y no perder el tiempo en la búsqueda de refuerzos a los que no podrá inscribir. Bueno, bonito y barato, muy barato, extremadamente barato. Eso es lo que podrá fichar el Málaga de cara a la próxima temporada.