Orlando Sá está pasando por sus peores momentos desde que llegó al Málaga. Se había convertido en uno de los mejores compañeros de vestuario que un jugador se puede encontrar. Su sentido del humor, su experiencia y su ilusión han sido combustible y pegamento en momentos en los que se necesitaba una voz amiga y crítica a la vez. Así lo relatan quienes viven en el día a día con el primer equipo del Málaga.
Pero al portugués se le ha apagado esa alegría. Sabía cuando firmó que iba a necesitar tiempo para reencontrarse como futbolista. Casi dos años parado por una grave lesión, y pasada la treintena, no era fácil el regreso. Pero lo ha intentado. Ha entrenado, y jugado, con dolor, con molestias que por pequeñas que fuesen reducían su impacto en el juego.
Y cuando esas dolencias parecían darle cierta tregua se encontró con un Chavarría en estado de gracia. La lesión del argentino, nunca deseada, abría un resquicio para que Orlando y Caye Quintana encontrasen su espacio. Pero el luso ni siquiera ha podido competir. Lleva varias semanas de nuevo con problemas físicos y le ha afectado más de la cuenta la moral. Para cuando vuelva, además, se encontrará con más competencia tras el fichaje de Scepovic.
Son ya dos días, más lunes y martes que descansaron, que Orlando Sá se ausenta del trabajo diario. Tiene permiso del club para ello. Se trata, primero, de recuperar anímicamente a la persona. Y luego, al jugador. Aún queda temporada por delante y, como mínimo, 13 partidos, para que vuelva a disfrutar como futbolista.
Los ánimos y los consejos que siempre ha dado a sus compañeros, veteranos y noveles, son los que necesita ahora Orlando Sá en sus peores momentos.
