De agua helada. Así fue el baño que recibió el conjunto de Martiricos en tierras castellanoleonesas. Un cúmulo de despropósitos consecutivos que desembocó en una derrota muy dolorosa. Los pecados capitales del Málaga CF en Ponferrada se manifestaron desde el pitido inicial.
La intensidad estaba siendo la marca del conjunto malaguista hasta el momento. Ayer, esa actitud no dio señales de vida en El Toralín. La idea era la misma, pero la consecución del plan no llegó. La presión no fue ordenada, y la Ponfe consiguió abrirse paso en todo momento. La mejor herramienta del Málaga hasta el momento no compareció, y se tradujo en la incapacidad de robar arriba y generar ocasiones.
Otro de los puntos a mirar con lupa fue la salida de balón. Los de José Alberto no pudieron encontrarse a sí mismos ni por dentro, ni por fuera. Las ideas brillaron por su ausencia, y el centro del campo estuvo a la deriva sin nadie que lo comandara. Jozabed no cumplió con su función de conectar con la delantera, y Escassi no pudo ser ese faro que había sido hasta el domingo. Las bandas estuvieron muy presionadas en todo momento, y fue casi imposible desbordar.
En el aspecto defensivo, la fragilidad sorprendió a todos. Peybernes y Juande, que hasta ahora habían acostumbrado a ser una de las parejas más sólidas del campeonato, flaquearon. No solo por el penalti tonto del año cometido por Juande, sino porque fueron superados incluso en unos contra unos. Yuri hizo lo que quiso, y dio rienda suelta al ataque de la Ponferradina junto a Naranjo y Edu Espiau.
En lo ofensivo, nada nuevo. Roberto se mostró impotente, al igual que Brandon. En cuanto a los cambios que hicieron acto de presencia, el guion no cambió. Antoñín dejó escapar una ocasión en la que no remató, al igual que un Jozabed que falló a puerta vacía.
Una concatenación de eventos que condenaron al equipo costasoleño a una de las mayores goleadas que se recuerdan en los últimos años. Los pecados capitales del Málaga fueron un reflejo de lo que es este equipo lejos de La Rosaleda. Habrá que seguir trabajando para poder soñar con algo más que la salvación.
