David Lombán regresó a la titularidad y tuvo el honor de llevar también el brazalete de capitán. Parecía una noche para el recuerdo, aun a sabiendas de lo difícil que se lo pondría un Espanyol que enfrente tenía a un brillante goleador como Raúl De Tomás. Pero lo que el avilesino no esperaba era que el acierto rival llegase por sus propios errores. Fue, quizás, el peor día de Lombán como malaguista.
El central formó junto a Escassi y Juande la línea de tres centrales, con Iván Calero y Matos escoltándoles como es habitual en las bandas. Dani Barrio, que también recuperaba su puesto en la portería, vigilante por detrás de todos ellos. A priori, solvencia suficiente como para contener el ataque espanyolista.
Sin embargo, sólo seis minutos tardó el Espanyol en derribar el muro. Un despeje de Cabrera desde su propia línea de fondo llegó al medio campo. Allí, Lombán forcejeaba con Puado, que sabía que en un salto no podría hacerse con la bola. Pero el defensa falló, midió mal los tiempos y dejó vía libre para su propia portería.
Lejos de rehacerse, nada más comenzar la segunda mitad, otro balón en largo, en este caso de Diego López desde su propio campo. Nuevamente Lombán parecía con ventaja para hacerse con la bola, pero erró. Se quejó de un empujón, pero insuficiente a todas luces para motivar el fallo. Escassi, al que llegó la pelota, tampoco despejó con contundencia y habilitó a Embarba para que este asistiera a De Tomás.
La cara del capitán blanquiazul era un poema. Y ya no se recuperó más. Quizás el peor día de Lombán como malaguista justo el día en el que regresaba al once inicial y lucía orgulloso ese brazalete.
