Le hace falta muy poco para crear oportunidades, eso es conocido por cualquier aficionado malaguista. Sin embargo, Rubén Castro no está encontrando los balones necesarios para que su nombre quede plasmado en el electrónico por el momento. La bestia tiene mucha hambre, y la competición está a la vuelta de la esquina.
Terminó desesperado, pidiendo la bola en casi todas las acciones ofensivas, pero recibiendo las migajas de los pocos ataques que realizó el Málaga CF. La primera mitad consistió en encontrar las zonas en las que pudiera recibir algo más cómodo. Continuamente encimado, el ariete canario no cejó en su empeño de apoyar a sus compañeros, y comenzó a tirar desmarques que pocas veces fueron apoyados con asistencias. Tuvo una, forzado y cogido por sorpresa, que remató con la testa por encima de la portería de Raúl Fernández tras un despiste defensivo.
La segunda mitad, lejos de mejorar esa conexión con la fase creativa del centro del campo, comenzó con una desconexión mayor. Febas, Jozabed y Ramón no supieron surtirle de oportunidades, y tanto él como Fran Sol mantuvieron una pelea constante por hacerse notar. Cambió la película cuando su socio las dos últimas temporadas entró en escena. Álex Gallar revolucionó la fase ofensiva blanquiazul, y con ello hubo más movimiento de los arietes. No obstante, el canario veía cómo había oportunidades que se quedaban en un ‘casi’ constante. El colmo de su incredulidad llegó con un balón filtrado a Fran Sol que el delantero madrileño no terminó por ceder en boca de gol al ‘killer’ de 41 años.
No fue un partido sencillo, aunque pudo culminar con un tanto en la tanda de penaltis que daría el Trofeo Ciudad de Granada al Málaga CF. Hay algo por seguro, y es que la bestia tiene mucha hambre. Los ojos de Rubén Castro denotan que su objetivo es solo uno: enviar al fondo de las mallas los balones que le lleguen. El Burgos está a tan solo 7 días de recibirle en El Plantío, y podría ser la primera víctima de un destructor de áreas ávido de enchufar goles.
El hambre es masculino…
Buenas noches, Jose.
‘Hambre’ es una palabra peculiar, y me explico: a pesar de que el artículo que acompaña a este sustantivo es ‘el’, no deja de ser femenino. Es por eso que se usa con determinantes femeninos y, por ende, hay que escribir mucha en lugar de mucho. Espero haberte podido sacar de la equivocación, sin ánimo de realizar una corrección a mala idea.
Un saludo, y gracias por leernos.