Dice el refranero español que quien quiere peces tiene que mojarse el trasero. Hay más frases hechas para definir lo que hizo Pellicer ante el Deportivo con los cambios. Quien no arriesga no gana, la mejor defensa es un buen ataque y así podría ampliarse el tema en dos o tres parrafos. Era un momento delicado. El Málaga había hecho una buena primera parte pero no le había dado para inquietar demasiado a Fernando Vázquez y sus hombres. Era el momento de guardar la ropa o jugársela del todo. Y Pellicer dobló la apuesta o incluso la triplicó.
El entrenador de Castellón se la jugó con un triple cambio en el que se quedaban tan solo siete profesionales sobre el césped. La entrada de Hicham y Luis Muñoz, más los que ya estaban –Ismael Casas y Juande– era un movimiento considerado suicida por muchos. Pero la jugada salió bien. Luis Muñoz dio criterio en el centro del campo mientras Hicham se estrenaba como goleador con un tanto cuyo valor es superior a los tres puntos. Las apuestas de Pellicer iban más allá y con dos cambios pendientes no sacó del césped a ninguno de los chavales con ficha del filial.
Una apuesta muy arriesgada la de Pellicer, ya que una expulsión o lesión habría obligado al Málaga a hacer un cambio express para no hacer alineación indebida. Pero Pellicer, cuya trabajo es un marrón que muchos no hubiesen aceptado, tiene ahora mismo el poder de la convicción. Todo salió bien y el Málaga se llevó tres puntos. No es la primera vez que el cuadro de Martiricos se la juega. Ya lo hizo Víctor Sánchez del Amo en la primera jornada ante el Racing de Santander o contra el Huesca tras la expulsión de Adrián en El Alcoraz.
